CAPÍTULO SEGUNDO
¿Acaso
ves a tus pies a quien abandonó
tu
prisión por una muerte blanca?
"La
voz de la memoria ", 1913 (65)
Alcoba de la heroína. Arde una vela. Sobre la cama hay tres retratos de
la dueña interpretando tres papeles. En el retrato de la derecha, aparece como
ninfa con pies de cabra. En el del medio como Psique-Confusión. El retrato de
la izquierda está en sombras. En un cuadro parece que es Colombina, en otro,
doña Ana (de Los pasos del Comendador ) (66). Detrás de la ventana
de la mansarda, unos negros juegan en la nieve (67). Tormenta de
nieve, Noche de Año Nuevo. La Psique-Confusión se anima, desciende del cuadro (68)
e imagina una voz que lee:
¡El
abrigo de satén se ha abierto!
No
te enfades conmigo, paloma,
si toco
este cáliz:
No
es a ti, sino a mí, a quien atormento.
De todas
formas, se aproxima la expiación…
¿Ves?
Allí, tras el remolino de nieve
los
negros de Meyerhold
juegan
de nuevo.
Y
alrededor está Píter, la vieja ciudad, (69)
construida
con el sudor del pueblo
(como
entonces el pueblo decía).
Con
greñas, armaduras, convoyes de harina,
rosas
pintarrajeadas en las teteras,
y bajo
una nube de alas de cuervos.
Y vuela
la "prima”, (70) con una sonrisa fingida,
sobre
la escena del Marinski,(71)
tú
eres nuestro cisne inescrutable.
murmura
un snob retrasado.
El sonido
de la orquesta, como de otro mundo.
(Una
sombra de algo relampaguea por alguna parte).
¿Acaso no
presentimos el alba
cuando
un escalofrío recorrió las filas?
Y de
nuevo esta voz conocida (72)
como
si fuera el eco de un trueno en la montaña.
¡Nuestra
gloria y nuestro triunfo! (73)
Él hace
temblar al corazón
y
se esparce por los caminos
sobre el
país que lo alimentó (74).
Ramas en
la nieve azulada...
El
corredor de los Colegios de Pedro (75),
recto,
interminable, sonoro
(pase lo
que pase,
quien
hoy lo reconoce,
seguirá
soñando una y otra vez con él).
Rayano al
ridículo está el desenlace:
máscara
de Petrushka detrás de la mampara. (76)
Alrededor
de las hogueras, la danza de los cocheros. (77)
Estandarte
amarillo y negro sobre el palacio...(78)
Todos los
que son necesarios están ya en su sitio
desde
el Jardín de Verano llega el olor
del
quinto acto... El espectro del infierno de Tsushima (79)
También
está allí. Canta un marinero borracho
los
trineos resuenan engalanados
y
se desliza la piel de cabra.
¡Pasad,
sombras! Él está solo allí (80)
en el
muro se refleja su duro perfil.
¿Es
Gabriel o Mefistófeles (81),
bella, tu
Paladín?
Es el
mismo demonio con la sonrisa de Tamara (82),
pero
esos hechizos se ocultan
bajo este
terrible y brumoso rostro (83)
carne
casi en ánima transformada,
y
un rizo antiguo sobre la oreja
todo es
misterioso en el recién llegado.
¿Fue él
quien en la sala repleta (84)
puso
esta rosa negra en la copa?
¿O acaso
todo esto fue un sueño?
Con el
corazón muerto, muerta la mirada,
¿se
encontró con el Comendador (85)
colándose
en esta casa maldita?
Y por la
palabra supo
que
estabais en un nuevo espacio
fuera del
tiempo,
en esos cristales polares,
en los resplandores ambarinos,
allí, en
el estuario del Leteo-Neva
has
descendido del retrato,
y
el marco vacío te esperará
en el
muro hasta el alba.
Tendrás
que bailar así, sin pareja.
Para
mí, el papel de coro fatal
estoy de
acuerdo en aceptar.
En tus
mejillas hay manchas escarlatas.
Mejor
harías en regresar al lienzo
porque en
esta noche
hay que
saldar las deudas...
y me
resulta más difícil
vencer a
esta somnolencia embriagadora
[que a la
muerte.
... Desde
ninguna parte llegaste a Rusia,
oh,
mi rubia maravilla,
colombina
de los años diez:
¿Qué
contemplas, tan confusa y vigilante,
Muñeca
de Petersburgo, actriz (86)?
Tú eres
uno de mis dobles.
A tus
otros títulos hay que añadir
éste.
Oh, amiga de los poetas,
soy la
heredera de tu gloria
aquí,
bajo la música de prodigioso metro
del
feroz viento de Leningrado,
y a la
sombra del recóndito cedro,
veo
la danza de los esqueletos cortesanos...
se
derriten las velas nupciales
Bajo
el velo, los hombros esperan el beso (87),
y el
templo retumba. "¡Acércate, paloma!" (88)
Las
montañas de violetas de Parma en Abril
y
la cita en la capilla de Malta (89)
como una
maldición en tu pecho.
¿Es una
visión de la Edad de Oro
o
un negro crimen
en el
cruel caos de los lejanos días?
Respóndeme
al menos ahora:
¿acaso
viviste
alguna vez
y
las entarimadas plazas pisaste
con tu
cegador paso?…
Tu casa
es más promiscua que un carromato
de
cómicos, decrépitos amores
velan el
altar de Venus.
No
enjaulaste a los pájaros cantores,
arreglaste
tu alcoba como un templete,
el alegre
skobar (90) no reconocería
a su
vecina, la muchacha campesina.
Escaleras
de caracol escondidas en los muros
y
en las paredes azules, imágenes de santos
estos
bienes medio robados...
Todo
florido, como la "Primavera" de Botticelli
a
los amigos recibías en la cama,
y
languidecía Pierrot, el dragón (91),
el más
supersticioso de tus enamorados,
el
de la sonrisa de víctima del atardecer.
Eras para
él como el imán para el acero
él,
pálido, contempla en lágrimas
cómo
te ofrecía rosas
su
célebre rival. (92)
No vi a
tu marido,
yo,
apoyada como la escarcha al cristal...
Aquí
está, el carillón de la fortaleza
yo no
marco las casas con una cruz
sal
con alegría a mi encuentro.
Tú
horóscopo está listo desde hace tiempo.
NOTAS
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