LA TIERRA BALDÍA [1] (1922)
(Traducción de Agustí Bartra i Lleonart, 1977)
Nam Sibyllam quidem Cumis ego ipse oculis meis vidi in ampulla pendere, et cum illi pueri dicerent Σίβυλλα τί θέλεις; respondebat illa άποθανείν θέλω[2]
Para Ezra Pound[3]
il miglior fabbro
I. EL ENTIERRO DE LOS MUERTOS[4]
Abril es el más cruel de los meses, pues engendra
lilas en el campo muerto, confunde
memoria y deseo, revive
yertas raíces con lluvia de primavera[5].
El invierno nos dio calor, cubriendo
la tierra con nieve sin memoria, alimentando
un hilo de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió llegando al Starnbergersee[6]
con un golpe de lluvia; nos refugiamos en los soportales
y ya con el sol seguimos hasta el Hofgarten[7],
y nos tomamos un café y estuvimos charlando una hora.
Bin gar
keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch[8].
Y cuando éramos niños, estando en casa del archiduque,
él, que era mi primo, me llevó en trineo
y tuve mucho miedo. Dijo: Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y abajo que fuimos.
Allá en las montañas te sientes libre.
Leo, buena parte de la noche, y voy al sur en invierno.
¿Cuáles son las raíces que agarran, qué ramas crecen
en esta basura pétrea? Hijo del hombre[9],
no puedes saberlo ni imaginarlo, pues conoces sólo
un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,
y el árbol muerto no da sombra, ni el grillo alivia[10],
ni hay rumor de agua en la piedra seca. Sólo
hay sombra bajo esta roca roja
(ven a la sombra de esta roca roja)
y te mostraré algo diferente
tanto de tu sombra por la mañana corriendo tras de ti
como de tu sombra por la tarde alargándose hacia ti.
Te mostraré el miedo en un puñado de polvo.
Frisch weht der Wind[11]
Der Heimat
zu
Mein Irisch
Kind,
Wo weilest
du?[12]
«Fue hace un año cuando me diste jacintos por primera vez;
me llamaban la chica de los jacintos».
—Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,
tus brazos llenos y tu pelo mojado, no podía
hablar y la vista me fallaba, no estaba
ni vivo ni muerto, y no sabía nada,
mirando el alma de la luz, el silencio[13].
Oed’ und
leer das Meer[14].
Madame Sosostris, famosa vidente,
tenía un fuerte resfriado, sin embargo
es conocida como la mujer más sabia de Europa,
y tiene una baraja maldita[15]. Aquí, dijo ella,
está tu carta, el marinero fenicio ahogado.
(Son perlas lo que eran sus ojos antes. ¡Mira!)[16]
Aquí está Belladonna, la Señora de las Rocas,
la señora de las situaciones.
Aquí está el hombre con los tres bastos, y aquí la Rueda,
y aquí el mercader tuerto, y esta carta,
que está en blanco, es algo que lleva a la espalda
y que me está vedado ver. No encuentro
el ahorcado. Temed la muerte por agua.
Veo multitudes caminando en torno a un anillo.
Gracias. Si ve a la buena de Mrs. Equitone,
dígale que traigo el horóscopo yo misma:
hay que ser tan prudente hoy en día.
Ciudad irreal[17],
bajo la neblina sepia del alba invernal,
una multitud fluía en el Puente de Londres; tantos,
nunca hubiera dicho que la muerte hubiera deshecho a
tantos[18].
Exhalaban suspiros, cortos y espaciados[19],
y cada hombre fijaba los ojos ante los pies.
Fluían cuesta arriba y bajaban luego por King William Street
hasta donde Saint Mary Woolnoth daba las horas
con un sonido muerto en el repique final de las nueve[20].
Ahí vi a uno que conocía y le paré gritando: «¡Stetson!
¡Eh, estábamos juntos en los barcos de Mylae[21]!
Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,
¿ha empezado a brotar? ¿Florecerá este año?
¿O la repentina helada le ha malogrado el lecho?
¡Ah, mantén alejado al Perro, que es amigo del hombre[22],
o lo desenterrará de nuevo con las pezuñas!
¡Tú, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!»[23]
[1]No sólo el título,
sino la estructura y buena parte del simbolismo adicional del poema vinieron
sugeridos por el libro de miss Jessie L, Weston sobre la leyenda del Grial:
From Ritual to Romance (Cambridge). De hecho, es tanto lo que le debo que el
libro de miss Weston puede aclarar las dificultades del poema mucho mejor de lo
que mis notas pueden hacerlo; y lo recomiendo (aparte del gran interés que el
libro tiene en sí mismo) a quien considere que tal aclaración del poema merece
la pena. Con otra obra de antropología que ha influido profundamente a nuestra
generación estoy, en general, también en deuda, me refiero a La rama dorada. He
utilizado especialmente los dos volúmenes Adonis, Attis, Osiris. Cualquiera que
esté familiarizado con estas obras reconocerá de inmediato en el poema ciertas
referencias a ceremonias de vegetación.
En su primera nota, T.
S. Eliot vincula la estructura y el título del poema a la lectura de From
Ritual to Romance, de la medievalista inglesa Jessie L. Weston (Del rito al
romance, Londres, 1920), un intento de esclarecer el origen de la leyenda del
Rey Pescador o Rey Tullido, que ha sido herido en la ingle, sufre por ello
impotencia y ha generado en su reino una esterilidad que sólo terminará cuando
aparezca una caballero capaz de curarle. La leyenda se transmitió en Europa
gracias sobre todo a El cuento del Grial de Chrétien de Troyes, obra inacabada
donde Perceval es el caballero salvador. Weston trató en su ensayo, muy
influido por las especulaciones de sir James Frazer en La rama dorada y que
Eliot también cita como influencia, de remontar los orígenes de la leyenda
artúrica al mito celta de la tierra baldía y aun a viejos ritos de fertilidad
que, según ella, yacían bajo el sustrato cristiano del grial y la lanza. Si
bien las teorías de Weston han sido desechadas por los modernos antropólogos y
mitógrafos —lo mismo, por cierto, que buena parte de las conclusiones de
Frazer— importa tener en cuenta la cuestión del rito y el mito, aunque sólo sea
como detonante de la búsqueda poética. Cabe advertir, de todos modos, que en ningún
caso la lectura de Weston o Frazer puede arrojar luz sobre detalles del poema,
más allá de cuestiones seminales.
La rama dorada, el
monumental esfuerzo de Frazer —doce volúmenes en su edición de 1915— por tratar
de encontrar la llave de todas las mitologías, ejerció una hipnótica influencia
en la generación de Eliot y aun en las posteriores. El bosque sagrado (1920),
el libro de ensayos de Eliot contemporáneo de La tierra baldía, debe su título
también a Frazer, en concreto a la leyenda del rey del bosque. Importantes
fueron también para Eliot otros ritualistas cantabrigenses como Jane Harrison,
F. M. Cornford o Gilbert Murray.
En cuanto al título, Eliot, tras haber descartado el provisional He Do the Police in Different Voices («Él hace de policía con distintas voces»), eligió The Waste Land por el mito celta de Wasteland. En esta edición nos hemos insertado en la costumbre de traducirlo por La tierra baldía. Joan Ferraté, en su versión comentada, lo tradujo en catalán como La terra gastada (Joan Ferraté, Lectura de La terra gastada, Barcelona, Edicions 62, 1977), acercando el original waste a su fuente etimológica del francés antiguo, donde the waste land es le gaste pays de Chrétien. Quizá La tierra gastada hubiera sido un título más acertado, pero también es verdad que «gastada» ha perdido en castellano la pristinidad que todavía conserva waste en inglés. Dejémoslo pues como estaba.
[2] Las líneas en
latín y griego que preceden al poema son cita de El Satiricón de Petronio, en
concreto unas palabras en boca de Trimalción que quieren decir lo siguiente:
Pues yo mismo, con mis propios ojos, vi a la Sibila de Cumas colgando de una
botella y, cuando los niños le decían: Sibila, ¿qué quieres?, ella respondía:
morir quiero. Eliot probablemente pensaba en el libro VI de la Eneida, donde la
Sibila de Cumas le dice a Eneas que tiene que encontrar una rama dorada para
entrar en el inframundo, recuerdo a su vez del mito inaugural que da origen a
la especulación de Frazer.
En el primer
manuscrito, Eliot había elegido como epígrafe un fragmento de El corazón de las
tinieblas de Joseph Conrad, en el que se relata la muerte de Kurtz y se da
cuenta de sus últimas palabras («¡El horror, el horror!»). Durante el proceso
de corrección y edición que llevó a cabo, Ezra Pound (véase la nota siguiente)
sugirió a Eliot que Conrad no tenía suficiente peso o era demasiado tópico,
observación que Eliot aceptó, aunque la muerte de Kurtz reaparecería en el
epígrafe a The Hollow Men (Los hombres huecos; 1925).
El poema vio la luz
por primera vez en la revista que Eliot dirigía en Inglaterra, The Criterion,
en octubre de 1922; en noviembre salió en Estados Unidos, primero en la revista
The Dial y luego, en diciembre, la editorial Boni and Liveright publicó la
primera edición con las notas del autor. En septiembre de 1923, Virginia y
Leonard Woolf publicaron en la Hogarth Press la edición británica.
Eliot decidió
regalarle el manuscrito con las anotaciones de Pound a John Quinn, un abogado y
coleccionista de arte que, a instancias de Pound, había gestionado la
publicación del poema en Estados Unidos. A la muerte de Quinn en 1924, el
manuscrito pasó a su hermana y conoció un largo avatar que terminó en la
Biblioteca Pública de Nueva York, donde en 1968 pudo ser encontrado por la
viuda de Eliot, Valerie Eliot (1926-2012), que se encargó de publicar y editar
una versión facsímil: T. S. Eliot, The Waste Land. A Facsimile &
Transcript of the Original Drafts Including the Annotations of Ezra Pound (La
tierra baldía. Facsímil y transcripción de los esbozos originales
incluyendo las anotaciones de Ezra Pound; Faber & Faber, Londres, 1971).
Para la dedicatoria a
Pound, Eliot cita el verso 117 del canto XXVI del Purgatorio de Dante, referido
a Arnaut Daniel, «il miglior fabbro del parlar materno» («el mejor artesano del
habla materna»), queriendo decir que fue el que mejor supo, entre los trovadores,
cantar en lengua vulgar, plenamente emancipado del latín, como lo que quería
hacer Dante con el italiano. Dante llega incluso al extremo de dar voz a Arnaut
Daniel y hacerle hablar en provenzal, en unos versos que fueron muy importantes
para Eliot y que se invocan al final de La tierra baldía. Véanse para ello las
notas al verso 428.
Eliot puso la dedicatoria, de puño y letra, en un ejemplar que le regaló a Pound en 1923. Apareció impresa por primera vez en Poems, 1909-1925, la antología de poemas de Eliot que incluía La tierra baldía.
[4] El título hace
alusión al capítulo dedicado al rito fúnebre en el Book of Common Prayer, el
libro de oraciones utilizado por la Iglesia anglicana.
[5] Es muy difícil captar en traducción el matiz de dull aplicado a una raíz. El adjetivo suele significar aburrimiento, letargo, flacidez, a la vez que remite a la atenuación del color y el brillo. Las asociaciones de la imagen pueden dispararse en muchas direcciones, pero hay que tener en cuenta la idea original de una raíz aletargada, rígida y oscura en la hiemal campiña inglesa, en contraposición, además, a las raíces que se hunden en la «basura pétrea» de la ciudad, según se dice en la estrofa siguiente. El adjetivo «yertas» quizá sea demasiado culto, comparado con el demótico dull, pero no se me ha ocurrido mejor solución.
[6] Starnbergersee: en alemán el lago Starnberger, a veinticinco kilómetros de Munich.
[7] Hofgarten es un parque del centro de Munich.
[8] «No soy rusa, vengo de Lituania, alemana de verdad».
[9] Compárese con Ezequiel II, i. (N. del A.)
[10] Compárese con Eclesiastés XII, v. (N. del A.)
[11] Véase Tristan e Isolda, I, vv. 5-8. (N. del A.)
[12] En sus notas, Eliot remite a Tristan e Isolda, la ópera que Richard Wagner compuso en 1865. Los versos dicen: «Fresco sopla el viento / hacia el hogar. / Mi criatura irlandesa, / ¿dónde te demoras?».
[13] En el original, Eliot dice «looking into the heart of light, the silence». Traduzco heart por «alma» porque «corazón» es palabra demasiado larga y suele arruinar casi todos los versos en los que aparece, sobre todo en traducciones de poesía inglesa.
[14] Véase Tristan e
Isolda, III, v. 24. (N. del A.)
Eliot remite de nuevo a Tristán e Isolda: «Desolado y vacío el mar».
[15] No conozco bien
la exacta composición de la baraja del tarot, de la que obviamente me he
apartado a conveniencia. El Ahorcado, personaje de la baraja tradicional, se
adecua a mi propósito de dos maneras: porque se asocia en mi mente con el dios
ahorcado de Frazer y porque lo asocio con la encapuchada figura en el pasaje de
los discípulos de Emaús en la parte V. El marinero fenicio y el mercader
aparecen más tarde; también las «multitudes» y la Muerte por Agua se ejecuta en
la parte IV. Al hombre de los tres bastos (auténtico personaje del tarot) lo
asocio, con cierta arbitrariedad, con el Rey Pescador en sí mismo. (N. del A.)
Para gozar de esta estrofa —como el propio Eliot implícitamente admite en su innecesaria nota— no hace falta tener ningún conocimiento de la baraja del tarot, utilizada «a conveniencia» como generadora de imágenes —la mayoría inventadas— que luego cobran sentido en la ficción del poema entero. La intención es, además, evidentemente paródica. Basta fijarse en el nombre de Madame Sosostris.
[16] «Son perlas lo
que eran sus ojos antes» es una de las imágenes y uno de los ritmos obsesivos
de todo el poema, perfectamente incardina dos en el engranaje general de agua,
muerte, padre y canción que se va repitiendo a lo largo de la obra. El verso es
de Shakespeare en La tempestad; I, ii. Se trata de una de las hipnóticas
canciones de Ariel, el duende al servicio del mago Próspero, en concreto la que
le canta a Fernando cuando éste cree que su padre ha muerto; equivocadamente y
por una ilusión ordenada por Próspero y ejecutada por Ariel:
Full fathom five thy father lies;
Of his bones are coral made;
Those were pearls that were his eyes
Nothing of him doth fade
But doth suffer a sea change
Into something rich and strange.
Sea nymphs hourly ring his knell:
Ding-dong
Hark! Now I hear them — ding-dong bell.
Es casi imposible no
arruinarla en traducción:
A cinco brazas yace tu
padre,
de sus huesos el coral
se hace,
son perlas lo que eran
sus ojos antes,
nada de él se ha
perdido
mas sufre un cambio
marino
en algo extraño y
rico.
Nereidas cada hora a
muertos tocan:
Ding-dong
¿Las oyes?: ahí están — ding-dong-dang.
[17] Compárese con
Baudelaire:
Fourmillante cité,
cité pleine de reves, Oú le spectre en plein jour raccroche le passant. (N. del
A.) Eliot remite al poema de Charles Baudelaire «Les sept viellards» («Los
siete viejos», 1859) y da dos versos que dicen:
Hormigueante ciudad,
ciudad llena de sueños
donde el espectro a pleno día agarra al viandante.
[18] Compárese con
Inferno, III, 55-57:
si lunga tratta
di gente, ch’i’ non
averei mat creduto
che morte tanta
navesse disfatta. (N. del A.)
Eliot remite a los
versos 55-57 del canto III del Infierno, cuando Dante ha cruzado las puertas
del infierno y oye los primeros gritos y lamentos de los condenados:
tan larga corriente
de gente, que nunca
hubiera creído
que la muerte hubiera deshecho a tantos.
[19] Compárese con
Inferno, IV, 25-27:
Quivi, secondo che per
ascoltare,
non avea pianto mat
che di sospiri
che l’aura etterna
facevan tremare. (N. del A.)
Eliot cita de nuevo a
Dante, los versos 25-27 del canto IV del Infierno, cuando el poeta ha entrado
en el primer círculo y oye las voces de los que han muerto sin ser bautizados:
Aquí, de acuerdo con
lo que se oía,
no había lamento sino
suspiros
que eterno el aire hacían temblar.
[20] Un fenómeno que he notado a menudo. (N. del A.)
[21] Mylae o Milas, actual Milazzo, es una ciudad al norte de Sicilia, en cuyas costas tuvo lugar la primera batalla naval de las guerras púnicas, en el 260 a. C.
[22] Compárese con la
canción fúnebre en El diablo blanco de Webster. (N. del A.)
Eliot evoca una
canción fúnebre de The White Devil (El diablo blanco, 1612), de John Webster
(1580-1635), un dramaturgo isabelino menor cuya métrica estudió muy
detenidamente para investigar alternativas a la hegemonía de la dicción
shakespeariana. La canción está en el acto V, escena IV, en boca de una madre
enloquecida ante el cadáver de su hijo:
Call for the robin-red breast and the wren,
Since o’er shady groves they hover,
And with leaves and flowers do cover
The friendless bodies of unburied men.
Call unto his funeral dole
The ant, the field mousse, and the mole
To rear him hillocks that shall keep him warm,
And (when gay tombs are robbed) sustain no
harm.
But keep the wolf far thence, that’s foe to
men,
For with his nails he’ll dig them up again.
[Llamad al petirrojo y
al gorrión
que sobre la umbría
arboleda vuelan
y con hojas y flores
recubren
los cuerpos que ningún
amigo entierra.
Llamad a su fúnebre
desfile
a la hormiga, el ratón
y el topo,
que levanten colinas
para darle calor
y (cuando roben tumbas)
no sufra daño.
Pero alejad al lobo,
que es enemigo del hombre,
pues con las pezuñas lo desenterrará de nuevo.]
[23] Véase Baudelaire,
Prefacio a Les fleurs du mal. (N. del A.)
Eliot se refiere a un
verso, ya muy célebre, de «Al lector», el primer poema de Las flores del mal
(1857) de Baudelaire:
Tú, hipócrita lector,
mi semejante, mi hermano.
Palimpsesto de Arquímedes |
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