jueves, 1 de abril de 2021

"El entierro de los muertos" - T.S. Eliot (La tierra baldía, 1922)

 LA TIERRA BALDÍA [1] (1922)

(Traducción de Agustí Bartra i Lleonart, 1977)

Nam Sibyllam quidem Cumis ego ipse oculis meis vidi in ampulla pendere, et cum illi pueri dicerent Σίβυλλα τί θέλεις; respondebat illa άποθανείν θέλω[2]

Para Ezra Pound[3]

il miglior fabbro

I. EL ENTIERRO DE LOS MUERTOS[4]

 

Abril es el más cruel de los meses, pues engendra

lilas en el campo muerto, confunde

memoria y deseo, revive

yertas raíces con lluvia de primavera[5].

El invierno nos dio calor, cubriendo

la tierra con nieve sin memoria, alimentando

un hilo de vida con tubérculos secos.

El verano nos sorprendió llegando al Starnbergersee[6]

con un golpe de lluvia; nos refugiamos en los soportales

y ya con el sol seguimos hasta el Hofgarten[7],

y nos tomamos un café y estuvimos charlando una hora.

Bin gar keine Russin, stamm’ aus Litauen, echt deutsch[8].

Y cuando éramos niños, estando en casa del archiduque,

él, que era mi primo, me llevó en trineo

y tuve mucho miedo. Dijo: Marie,

Marie, agárrate fuerte. Y abajo que fuimos.

Allá en las montañas te sientes libre.

Leo, buena parte de la noche, y voy al sur en invierno.

 

¿Cuáles son las raíces que agarran, qué ramas crecen

en esta basura pétrea? Hijo del hombre[9],

no puedes saberlo ni imaginarlo, pues conoces sólo

un montón de imágenes rotas, donde el sol bate,

y el árbol muerto no da sombra, ni el grillo alivia[10],

ni hay rumor de agua en la piedra seca. Sólo

hay sombra bajo esta roca roja

(ven a la sombra de esta roca roja)

y te mostraré algo diferente

tanto de tu sombra por la mañana corriendo tras de ti

como de tu sombra por la tarde alargándose hacia ti.

Te mostraré el miedo en un puñado de polvo.

                                   Frisch weht der Wind[11]

                                   Der Heimat zu

                                   Mein Irisch Kind,

                                   Wo weilest du?[12]

«Fue hace un año cuando me diste jacintos por primera vez;

me llamaban la chica de los jacintos».

—Pero cuando volvimos, tarde, del jardín de los jacintos,

tus brazos llenos y tu pelo mojado, no podía

hablar y la vista me fallaba, no estaba

ni vivo ni muerto, y no sabía nada,

mirando el alma de la luz, el silencio[13].

Oed’ und leer das Meer[14].

 

Madame Sosostris, famosa vidente,

tenía un fuerte resfriado, sin embargo

es conocida como la mujer más sabia de Europa,

y tiene una baraja maldita[15]. Aquí, dijo ella,

está tu carta, el marinero fenicio ahogado.

(Son perlas lo que eran sus ojos antes. ¡Mira!)[16]

Aquí está Belladonna, la Señora de las Rocas,

la señora de las situaciones.

Aquí está el hombre con los tres bastos, y aquí la Rueda,

y aquí el mercader tuerto, y esta carta,

que está en blanco, es algo que lleva a la espalda

y que me está vedado ver. No encuentro

el ahorcado. Temed la muerte por agua.

Veo multitudes caminando en torno a un anillo.

Gracias. Si ve a la buena de Mrs. Equitone,

dígale que traigo el horóscopo yo misma:

hay que ser tan prudente hoy en día.

Ciudad irreal[17],

bajo la neblina sepia del alba invernal,

una multitud fluía en el Puente de Londres; tantos,

nunca hubiera dicho que la muerte hubiera deshecho a tantos[18].

Exhalaban suspiros, cortos y espaciados[19],

y cada hombre fijaba los ojos ante los pies.

Fluían cuesta arriba y bajaban luego por King William Street

hasta donde Saint Mary Woolnoth daba las horas

con un sonido muerto en el repique final de las nueve[20].

Ahí vi a uno que conocía y le paré gritando: «¡Stetson!

¡Eh, estábamos juntos en los barcos de Mylae[21]!

Aquel cadáver que plantaste el año pasado en tu jardín,

¿ha empezado a brotar? ¿Florecerá este año?

¿O la repentina helada le ha malogrado el lecho?

¡Ah, mantén alejado al Perro, que es amigo del hombre[22],

o lo desenterrará de nuevo con las pezuñas!

¡Tú, hypocrite lecteur, mon semblable, mon frère!»[23]

 

NOTAS

[1]No sólo el título, sino la estructura y buena parte del simbolismo adicional del poema vinieron sugeridos por el libro de miss Jessie L, Weston sobre la leyenda del Grial: From Ritual to Romance (Cambridge). De hecho, es tanto lo que le debo que el libro de miss Weston puede aclarar las dificultades del poema mucho mejor de lo que mis notas pueden hacerlo; y lo recomiendo (aparte del gran interés que el libro tiene en sí mismo) a quien considere que tal aclaración del poema merece la pena. Con otra obra de antropología que ha influido profundamente a nuestra generación estoy, en general, también en deuda, me refiero a La rama dorada. He utilizado especialmente los dos volúmenes Adonis, Attis, Osiris. Cualquiera que esté familiarizado con estas obras reconocerá de inmediato en el poema ciertas referencias a ceremonias de vegetación.

En su primera nota, T. S. Eliot vincula la estructura y el título del poema a la lectura de From Ritual to Romance, de la medievalista inglesa Jessie L. Weston (Del rito al romance, Londres, 1920), un intento de esclarecer el origen de la leyenda del Rey Pescador o Rey Tullido, que ha sido herido en la ingle, sufre por ello impotencia y ha generado en su reino una esterilidad que sólo terminará cuando aparezca una caballero capaz de curarle. La leyenda se transmitió en Europa gracias sobre todo a El cuento del Grial de Chrétien de Troyes, obra inacabada donde Perceval es el caballero salvador. Weston trató en su ensayo, muy influido por las especulaciones de sir James Frazer en La rama dorada y que Eliot también cita como influencia, de remontar los orígenes de la leyenda artúrica al mito celta de la tierra baldía y aun a viejos ritos de fertilidad que, según ella, yacían bajo el sustrato cristiano del grial y la lanza. Si bien las teorías de Weston han sido desechadas por los modernos antropólogos y mitógrafos —lo mismo, por cierto, que buena parte de las conclusiones de Frazer— importa tener en cuenta la cuestión del rito y el mito, aunque sólo sea como detonante de la búsqueda poética. Cabe advertir, de todos modos, que en ningún caso la lectura de Weston o Frazer puede arrojar luz sobre detalles del poema, más allá de cuestiones seminales.

La rama dorada, el monumental esfuerzo de Frazer —doce volúmenes en su edición de 1915— por tratar de encontrar la llave de todas las mitologías, ejerció una hipnótica influencia en la generación de Eliot y aun en las posteriores. El bosque sagrado (1920), el libro de ensayos de Eliot contemporáneo de La tierra baldía, debe su título también a Frazer, en concreto a la leyenda del rey del bosque. Importantes fueron también para Eliot otros ritualistas cantabrigenses como Jane Harrison, F. M. Cornford o Gilbert Murray.

En cuanto al título, Eliot, tras haber descartado el provisional He Do the Police in Different Voices («Él hace de policía con distintas voces»), eligió The Waste Land por el mito celta de Wasteland. En esta edición nos hemos insertado en la costumbre de traducirlo por La tierra baldía. Joan Ferraté, en su versión comentada, lo tradujo en catalán como La terra gastada (Joan Ferraté, Lectura de La terra gastada, Barcelona, Edicions 62, 1977), acercando el original waste a su fuente etimológica del francés antiguo, donde the waste land es le gaste pays de Chrétien. Quizá La tierra gastada hubiera sido un título más acertado, pero también es verdad que «gastada» ha perdido en castellano la pristinidad que todavía conserva waste en inglés. Dejémoslo pues como estaba.

[2] Las líneas en latín y griego que preceden al poema son cita de El Satiricón de Petronio, en concreto unas palabras en boca de Trimalción que quieren decir lo siguiente: Pues yo mismo, con mis propios ojos, vi a la Sibila de Cumas colgando de una botella y, cuando los niños le decían: Sibila, ¿qué quieres?, ella respondía: morir quiero. Eliot probablemente pensaba en el libro VI de la Eneida, donde la Sibila de Cumas le dice a Eneas que tiene que encontrar una rama dorada para entrar en el inframundo, recuerdo a su vez del mito inaugural que da origen a la especulación de Frazer.

En el primer manuscrito, Eliot había elegido como epígrafe un fragmento de El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, en el que se relata la muerte de Kurtz y se da cuenta de sus últimas palabras («¡El horror, el horror!»). Durante el proceso de corrección y edición que llevó a cabo, Ezra Pound (véase la nota siguiente) sugirió a Eliot que Conrad no tenía suficiente peso o era demasiado tópico, observación que Eliot aceptó, aunque la muerte de Kurtz reaparecería en el epígrafe a The Hollow Men (Los hombres huecos; 1925).

 [3] Ezra Pound (1885-1972) fue la figura más influyente en la juventud de Eliot, sobre todo a partir de su domiciliación en Londres en 1914. Pound fue su descubridor, quien le animó a escribir y le promocionó a través del circuito de revistas de la época. La composición de La tierra baldía tuvo lugar entre 1920 y 1922 y se terminó en Lausanne, adonde el autor se había retirado para recuperarse de una crisis nerviosa, en noviembre y diciembre de 1921. A su regreso de Suiza, Eliot remitió desde París el manuscrito a Pound, quien lo sometió a una severa poda, con lo que Eliot volvió a elaborar todo el poema, dejándolo en los cuatrocientos treinta y cuatro versos de la versión publicada.

El poema vio la luz por primera vez en la revista que Eliot dirigía en Inglaterra, The Criterion, en octubre de 1922; en noviembre salió en Estados Unidos, primero en la revista The Dial y luego, en diciembre, la editorial Boni and Liveright publicó la primera edición con las notas del autor. En septiembre de 1923, Virginia y Leonard Woolf publicaron en la Hogarth Press la edición británica.

Eliot decidió regalarle el manuscrito con las anotaciones de Pound a John Quinn, un abogado y coleccionista de arte que, a instancias de Pound, había gestionado la publicación del poema en Estados Unidos. A la muerte de Quinn en 1924, el manuscrito pasó a su hermana y conoció un largo avatar que terminó en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde en 1968 pudo ser encontrado por la viuda de Eliot, Valerie Eliot (1926-2012), que se encargó de publicar y editar una versión facsímil: T. S. Eliot, The Waste Land. A Facsimile & Transcript of the Original Drafts Including the Annotations of Ezra Pound (La tierra baldía. Facsímil y transcripción de los esbozos originales incluyendo las anotaciones de Ezra Pound; Faber & Faber, Londres, 1971).

Para la dedicatoria a Pound, Eliot cita el verso 117 del canto XXVI del Purgatorio de Dante, referido a Arnaut Daniel, «il miglior fabbro del parlar materno» («el mejor artesano del habla materna»), queriendo decir que fue el que mejor supo, entre los trovadores, cantar en lengua vulgar, plenamente emancipado del latín, como lo que quería hacer Dante con el italiano. Dante llega incluso al extremo de dar voz a Arnaut Daniel y hacerle hablar en provenzal, en unos versos que fueron muy importantes para Eliot y que se invocan al final de La tierra baldía. Véanse para ello las notas al verso 428.

Eliot puso la dedicatoria, de puño y letra, en un ejemplar que le regaló a Pound en 1923. Apareció impresa por primera vez en Poems, 1909-1925, la antología de poemas de Eliot que incluía La tierra baldía.

[4] El título hace alusión al capítulo dedicado al rito fúnebre en el Book of Common Prayer, el libro de oraciones utilizado por la Iglesia anglicana. 

[5] Es muy difícil captar en traducción el matiz de dull aplicado a una raíz. El adjetivo suele significar aburrimiento, letargo, flacidez, a la vez que remite a la atenuación del color y el brillo. Las asociaciones de la imagen pueden dispararse en muchas direcciones, pero hay que tener en cuenta la idea original de una raíz aletargada, rígida y oscura en la hiemal campiña inglesa, en contraposición, además, a las raíces que se hunden en la «basura pétrea» de la ciudad, según se dice en la estrofa siguiente. El adjetivo «yertas» quizá sea demasiado culto, comparado con el demótico dull, pero no se me ha ocurrido mejor solución.

[6] Starnbergersee: en alemán el lago Starnberger, a veinticinco kilómetros de Munich.

[7] Hofgarten es un parque del centro de Munich.

[8] «No soy rusa, vengo de Lituania, alemana de verdad».

[9] Compárese con Ezequiel II, i. (N. del A.)

[10] Compárese con Eclesiastés XII, v. (N. del A.)

[11] Véase Tristan e Isolda, I, vv. 5-8. (N. del A.)

[12] En sus notas, Eliot remite a Tristan e Isolda, la ópera que Richard Wagner compuso en 1865. Los versos dicen: «Fresco sopla el viento / hacia el hogar. / Mi criatura irlandesa, / ¿dónde te demoras?».

[13] En el original, Eliot dice «looking into the heart of light, the silence». Traduzco heart por «alma» porque «corazón» es palabra demasiado larga y suele arruinar casi todos los versos en los que aparece, sobre todo en traducciones de poesía inglesa.

[14] Véase Tristan e Isolda, III, v. 24. (N. del A.)

Eliot remite de nuevo a Tristán e Isolda: «Desolado y vacío el mar».

[15] No conozco bien la exacta composición de la baraja del tarot, de la que obviamente me he apartado a conveniencia. El Ahorcado, personaje de la baraja tradicional, se adecua a mi propósito de dos maneras: porque se asocia en mi mente con el dios ahorcado de Frazer y porque lo asocio con la encapuchada figura en el pasaje de los discípulos de Emaús en la parte V. El marinero fenicio y el mercader aparecen más tarde; también las «multitudes» y la Muerte por Agua se ejecuta en la parte IV. Al hombre de los tres bastos (auténtico personaje del tarot) lo asocio, con cierta arbitrariedad, con el Rey Pescador en sí mismo. (N. del A.)

Para gozar de esta estrofa —como el propio Eliot implícitamente admite en su innecesaria nota— no hace falta tener ningún conocimiento de la baraja del tarot, utilizada «a conveniencia» como generadora de imágenes —la mayoría inventadas— que luego cobran sentido en la ficción del poema entero. La intención es, además, evidentemente paródica. Basta fijarse en el nombre de Madame Sosostris.

[16] «Son perlas lo que eran sus ojos antes» es una de las imágenes y uno de los ritmos obsesivos de todo el poema, perfectamente incardina dos en el engranaje general de agua, muerte, padre y canción que se va repitiendo a lo largo de la obra. El verso es de Shakespeare en La tempestad; I, ii. Se trata de una de las hipnóticas canciones de Ariel, el duende al servicio del mago Próspero, en concreto la que le canta a Fernando cuando éste cree que su padre ha muerto; equivocadamente y por una ilusión ordenada por Próspero y ejecutada por Ariel:

Full fathom five thy father lies;

Of his bones are coral made;

Those were pearls that were his eyes

Nothing of him doth fade

But doth suffer a sea change

Into something rich and strange.

Sea nymphs hourly ring his knell:

Ding-dong

Hark! Now I hear them — ding-dong bell.

 

Es casi imposible no arruinarla en traducción:

A cinco brazas yace tu padre,

de sus huesos el coral se hace,

son perlas lo que eran sus ojos antes,

nada de él se ha perdido

mas sufre un cambio marino

en algo extraño y rico.

Nereidas cada hora a muertos tocan:

Ding-dong

¿Las oyes?: ahí están — ding-dong-dang.

[17] Compárese con Baudelaire:

Fourmillante cité, cité pleine de reves, Oú le spectre en plein jour raccroche le passant. (N. del A.) Eliot remite al poema de Charles Baudelaire «Les sept viellards» («Los siete viejos», 1859) y da dos versos que dicen:

Hormigueante ciudad, ciudad llena de sueños

donde el espectro a pleno día agarra al viandante.

[18] Compárese con Inferno, III, 55-57:

            si lunga tratta

di gente, ch’i’ non averei mat creduto

che morte tanta navesse disfatta. (N. del A.)

Eliot remite a los versos 55-57 del canto III del Infierno, cuando Dante ha cruzado las puertas del infierno y oye los primeros gritos y lamentos de los condenados:

            tan larga corriente

de gente, que nunca hubiera creído

que la muerte hubiera deshecho a tantos.

[19] Compárese con Inferno, IV, 25-27:

Quivi, secondo che per ascoltare,

non avea pianto mat che di sospiri

che l’aura etterna facevan tremare. (N. del A.)

Eliot cita de nuevo a Dante, los versos 25-27 del canto IV del Infierno, cuando el poeta ha entrado en el primer círculo y oye las voces de los que han muerto sin ser bautizados:

Aquí, de acuerdo con lo que se oía,

no había lamento sino suspiros

que eterno el aire hacían temblar.

[20] Un fenómeno que he notado a menudo. (N. del A.)

[21] Mylae o Milas, actual Milazzo, es una ciudad al norte de Sicilia, en cuyas costas tuvo lugar la primera batalla naval de las guerras púnicas, en el 260 a. C.

[22] Compárese con la canción fúnebre en El diablo blanco de Webster. (N. del A.)

Eliot evoca una canción fúnebre de The White Devil (El diablo blanco, 1612), de John Webster (1580-1635), un dramaturgo isabelino menor cuya métrica estudió muy detenidamente para investigar alternativas a la hegemonía de la dicción shakespeariana. La canción está en el acto V, escena IV, en boca de una madre enloquecida ante el cadáver de su hijo:

Call for the robin-red breast and the wren,

Since o’er shady groves they hover,

And with leaves and flowers do cover

The friendless bodies of unburied men.

Call unto his funeral dole

The ant, the field mousse, and the mole

To rear him hillocks that shall keep him warm,

And (when gay tombs are robbed) sustain no harm.

But keep the wolf far thence, that’s foe to men,

For with his nails he’ll dig them up again.

 

[Llamad al petirrojo y al gorrión

que sobre la umbría arboleda vuelan

y con hojas y flores recubren

los cuerpos que ningún amigo entierra.

Llamad a su fúnebre desfile

a la hormiga, el ratón y el topo,

que levanten colinas para darle calor

y (cuando roben tumbas) no sufra daño.

Pero alejad al lobo, que es enemigo del hombre,

pues con las pezuñas lo desenterrará de nuevo.]

[23] Véase Baudelaire, Prefacio a Les fleurs du mal. (N. del A.)

Eliot se refiere a un verso, ya muy célebre, de «Al lector», el primer poema de Las flores del mal (1857) de Baudelaire:

Tú, hipócrita lector, mi semejante, mi hermano.

Palimpsesto de Arquímedes

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