lunes, 10 de agosto de 2020

Azafatas

Las azafatas no permiten que veamos al piloto.
Taconean a sesenta mil tacos de altura,
sonríen sin asiento a través de los pasillos,
regresan sobre sus pasos
mientras el fuselaje corta el aire en dos,
siempre
hacia
adelante.

Conocen de memoria,
mejor que cualquier viajero frecuente
las demoras para tocar tierra en Santiago
y el sabor del café de Chicago.

Entrenadas para morir sin miedo
en un aterrizaje en el mar
o una colisión aérea,
son valkirias en alta costura.


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