lunes, 1 de agosto de 2016

"Autobiografía" - Lawrence Ferlinghetti (¿1958?)

Estoy llevando una vida tranquila
en la barra de Mike todos los días,
mirando a los campeones de billar en el salón Dante
y a los adictos al flipper francés.
Estoy llevando una vida tranquila
en el bajo este de Broadway.
Soy americano.
Fui un típico niño americano.
Leí la revista del scout Americano
y me volví scout en los suburbios.
Me creí Tom Sawyer atrapando cangrejos de río en el Bronx, imaginando que era el Mississippi.
Tuve un guante de béisbol y una bicicleta American Flyer.
Entregué la revista Home Companion a las cinco de la tarde
o el Herald Tribune a las cinco de la mañana.
Todavía oigo el golpe sordo del periódico cayendo en porches olvidados.
Tuve una infancia infeliz.
Vi aterrizar a Lindberg.
Miré hacia mi tierra y no vi ningún ángel.
Me atraparon robando lápices en un bazar de cinco centavos
el mismo mes que fui Águila scout.
Corté árboles para el servicio público
y me senté sobre ellos.
Desembarqué en Normandía
en un bote a remos que se dio vuelta.
Vi ejércitos refinados en la playa en Dover.
Vi pilotos egipcios en nubes púrpura,
tenderos subiendo persianas al mediodía
ensalada de papas y dientes de león en picnics anarquistas.
Estoy leyendo "Lorna Doone"
y una biografía de John Most,
el terror de los industriales con una bomba en el escritorio a toda hora.
Vi el desfile de los camiones de basura el día de Colón
detrás de los trompetistas pedorrientos.
Hace mucho que no visito los claustros o los graneros,
pero he pensado en ir.
Vi el desfile de los camiones de basura mientras nevaba.
Comida chatarra en las ferias.
Escuché el discurso de Gettysburg y la lectura de Ginsberg.
Me gusta aquí y no pienso volver al lugar de donde vine.
También me colé en vagones vagones vagones.
Viajé entre hombres desconocidos.
Estuve en Asia, con Noé en el arca.
Estuve en la India, cuando Roma fue construida.
Llegué al pesebre montado en un burro.
Vi al dealer eterno en una colina blanca
al sur de San Francisco
y la Mujer Que Ríe en el Luna Park
fuera de la casa de la risa, en una tormenta, riendo todavía.
Oí las parrandas por la noche.
Vagué solitario en una multitud.
Estoy llevando una vida tranquila en la barra de Mike todos los días,
observando cómo el mundo cruza caminando en sus curiosos zapatos.
Una vez salí a caminar alrededor del mundo,
pero me di por vencido en Brooklyn:
ese puente fue demasiado para mí.
Me dediqué al silencio, al exilio y la astucia.
Volé muy cerca del sol y mis alas de cera se fundieron.
Busqué a mi padre, a quién nunca conocí.
Busqué al Líder perdido con quién volé.
Los jóvenes deberían ser exploradores,
el hogar es dónde se comienza.
Pero mamá nunca me advirtió que habrían escenas como éstas.
Cansado del útero, descansé, he viajado.
Fui un pueblo fantasma. Vi la ciudad de los tontos.
Oí llorar a Kid Ory. Oí el sermón de un trombón.
Oí a Debussy a través del filtro de una sábana.
Dormí en cien islas donde los libros eran árboles.
Oí el canto de aves como campanas.
Usé ​​pantalones de franela gris y caminé en la playa del infierno.
Viví en cien ciudades donde los árboles eran libros.
¡Qué subtes, qué taxis, qué cafés!
¡Qué mujeres con pechos ciegos,
miembros perdidos entre los rascacielos!
Vi las estatuas de los héroes en las plazas.
Danton regando de llanto la entrada del metro,
Colón en Barcelona, apuntando al oeste, ramblas arriba hacia el American Express,
Lincoln en su trono de piedra, y su cara también de piedra en Dakota del Norte.
Sé que Colón no inventó América.
Oí a un centenar de Ezra Pound quebrados, sin casa.
Todos deberían ser liberados.
Pasó mucho tiempo desde que fui pastor.
Estoy llevando una vida tranquila en la barra de Mike todos los días,
leo los clasificados.
Leí el Reader´s Digest de principio a fin y noté la estrecha semejanza entre los Estados Unidos y la Tierra Prometida,
donde cada moneda está marcada con EN DIOS CONFIAMOS
aunque los billetes de un dólar no llevan esa marca, ya que son los dioses en sí mismos.
Todos los días leo los anuncios clasificados
buscando una piedra, una hoja, una puerta olvidada.
Oigo cantar a América en las páginas amarillas.
¿Quién sabe que el alma también tiene convulsiones?
Leo los periódicos todos los días y leo a la humanidad fuera de lugar,
en la triste charla hueca de la letra impresa.
Veo el lago Walden, que se drenó para construir un parque de atracciones.
Veo que están haciendo que Melville se coma su ballena.
Veo avecinarse una nueva guerra,
pero no estaré allí para pelearla.
Leí las pintadas en las paredes del baño,
ayudé a  Kilroy a escribirlas.
Marché por la Quinta Avenida tocando la trompeta en un pelotón severo, pero me apresuré en regresar a la Kasbah en busca de mi perro.  
Veo una semejanza entre los perros y yo.
Los perros son los observadores auténticos que recorren el mundo de arriba abajo a través del país de Molloy.
He cruzado callejones estrechos demasiado para un Chrysler.
Vi cien carros lecheros sin caballos en un terreno baldío en Astoria.
Ben Shahn nunca los pintó pero estaban allí, perdidos en Astoria.
Oí el canto del pordiosero.
Conduje por autopistas, y creí las promesas de los carteles.
Crucé los edificios horizontales de Jersey y vi las ciudades de la llanura,
y me revolqué en la selva de Westchester con sus bandas errantes de nativos nómadas en camionetas rurales.
Los vi.
Soy el hombre.
Estuve allí.
Sufrí un poco.
Soy americano.
Tengo pasaporte.
No sufrí en público,
y soy demasiado joven para morir.
soy un self-made-man.
Tengo planes para el futuro,
estoy a la espera de un trabajo de primera.
Tal vez me mude a Detroit.
Sólo por el momento soy vendedor de corbatas.
Soy un don nadie.
Soy un libro abierto para mi jefe.
Soy un misterio completo para mis amigos más cercanos.
Estoy llevando una vida tranquila en la barra de Mike todos los días,
mirándome el ombligo.
Soy parte de la gran locura del cuerpo.
Vagué por varios bosques a la noche,
dormí borracho en los umbrales.
Escribí historias frenéticas y sin puntuación.
Soy el hombre.
Estuve allí.
Sufrí un poco.
Me senté en sillas incómodas.
Soy una lágrima del sol.
Soy la colina donde los poetas corren.
Inventé el alfabeto luego de observar el vuelo de las grullas que formaban letras con las patas.
Soy un lago en una llanura.
Soy una palabra en un árbol.
Soy una colina de poesía.
Un bombardeo sobre lo inarticulado.
Soñé que todos mis dientes se caían,
pero que mi lengua vivía para contar el cuento.
Porque soy un fotograma de poesía.
Soy un archivo de canciones.
Soy un pianista en un casino abandonado
en una explanada de un balneario
en una niebla densa que sigue tocando.
Veo una semejanza entre la Mujer Que Ríe y yo.
Escuché el sonido de verano en la lluvia.
Vi niñas en los paseos marítimos enfrentarse a sensaciones encontradas:
entiendo sus vacilaciones,
soy un recolector de fruta.
He visto como los besos causan euforia.
Me he arriesgado al encanto.
Vi a la Virgen bajo un manzano en Chartres,
y a Santa Juana arder en Bella Unión.
Vi jirafas en los juegos de los niños
sus cuellos como el amor,
enroscados en las circunstancias de hierro del mundo.
Vi a Venus Afrodita sin brazos en un pasillo de corrientes de aire.
Oí el gemir de una sirena en la Quinta Avenida.
Vi bailar a la Diosa Blanca en la Calle de las Bellas Artes el 14 de Julio,
y a la Hermosa Dama Sin Piedad hurgarse la nariz en Chumley´s.
No hablaba inglés, era rubia y tenía la voz ronca.
Estoy llevando una vida tranquila en la barra de Mike todos los días,
mirando a los jugadores de billar representar la escena del minestrone
devorando macarrones
he leído en alguna parte
el significado de la existencia
pero se me olvidó adónde.
Pero soy el hombre
y estaré allí.
Y puedo hacer que hablen los labios de los que duermen.
Y puedo hacer de mis libretas haces de hojas de hierba.
y puedo escribir mi propio
epitafio epónimo
dando indicaciones a los jinetes que pasan.





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