Estoy llevando una vida
tranquila
en la barra de Mike todos
los días,
mirando a los campeones
de billar en el salón Dante
y a los adictos al
flipper francés.
Estoy llevando una vida
tranquila
en el bajo este de
Broadway.
Soy americano.
Fui un típico niño
americano.
Leí la revista del scout
Americano
y me volví scout en los
suburbios.
Me creí Tom Sawyer atrapando
cangrejos de río en el Bronx, imaginando que era el Mississippi.
Tuve un guante de béisbol
y una bicicleta American Flyer.
Entregué la revista Home
Companion a las cinco de la tarde
o el Herald Tribune a las
cinco de la mañana.
Todavía oigo el golpe
sordo del periódico cayendo en porches olvidados.
Tuve una infancia
infeliz.
Vi aterrizar a Lindberg.
Miré hacia mi tierra y no
vi ningún ángel.
Me atraparon robando
lápices en un bazar de cinco centavos
el mismo mes que fui
Águila scout.
Corté árboles para el servicio
público
y me senté sobre ellos.
Desembarqué en Normandía
en un bote a remos que se
dio vuelta.
Vi ejércitos refinados en
la playa en Dover.
Vi pilotos egipcios en nubes
púrpura,
tenderos subiendo
persianas al mediodía
ensalada de papas y
dientes de león en picnics anarquistas.
Estoy leyendo "Lorna
Doone"
y una biografía de John
Most,
el terror de los
industriales con una bomba en el escritorio a toda hora.
Vi el desfile de los
camiones de basura el día de Colón
detrás de los trompetistas
pedorrientos.
Hace mucho que no visito
los claustros o los graneros,
pero he pensado en ir.
Vi el desfile de los
camiones de basura mientras nevaba.
Comida chatarra en las
ferias.
Escuché el discurso de
Gettysburg y la lectura de Ginsberg.
Me gusta aquí y no pienso
volver al lugar de donde vine.
También me colé en vagones
vagones vagones.
Viajé entre hombres
desconocidos.
Estuve en Asia, con Noé
en el arca.
Estuve en la India,
cuando Roma fue construida.
Llegué al pesebre montado
en un burro.
Vi al dealer eterno en
una colina blanca
al sur de San Francisco
y la Mujer Que Ríe en el
Luna Park
fuera de la casa de la
risa, en una tormenta, riendo todavía.
Oí las parrandas por la
noche.
Vagué solitario en una
multitud.
Estoy llevando una vida
tranquila en la barra de Mike todos los días,
observando cómo el mundo
cruza caminando en sus curiosos zapatos.
Una vez salí a caminar
alrededor del mundo,
pero me di por vencido en
Brooklyn:
ese puente fue demasiado
para mí.
Me dediqué al silencio,
al exilio y la astucia.
Volé muy cerca del sol y mis
alas de cera se fundieron.
Busqué a mi padre, a
quién nunca conocí.
Busqué al Líder perdido
con quién volé.
Los jóvenes deberían ser
exploradores,
el hogar es dónde se comienza.
Pero mamá nunca me
advirtió que habrían escenas como éstas.
Cansado del útero,
descansé, he viajado.
Fui un pueblo fantasma. Vi
la ciudad de los tontos.
Oí llorar a Kid Ory. Oí el sermón de un
trombón.
Oí a Debussy a través del
filtro de una sábana.
Dormí en cien islas donde
los libros eran árboles.
Oí el canto de aves como
campanas.
Usé pantalones de
franela gris y caminé en la playa del infierno.
Viví en cien ciudades
donde los árboles eran libros.
¡Qué subtes, qué taxis,
qué cafés!
¡Qué mujeres con pechos
ciegos,
miembros perdidos entre
los rascacielos!
Vi las estatuas de los héroes
en las plazas.
Danton regando de llanto
la entrada del metro,
Colón en Barcelona, apuntando
al oeste, ramblas arriba hacia el American Express,
Lincoln en su trono de piedra,
y su cara también de piedra en Dakota del Norte.
Sé que Colón no inventó
América.
Oí a un centenar de Ezra
Pound quebrados, sin casa.
Todos deberían ser liberados.
Pasó mucho tiempo desde
que fui pastor.
Estoy llevando una vida
tranquila en la barra de Mike todos los días,
leo los clasificados.
Leí el Reader´s Digest de
principio a fin y noté la estrecha semejanza entre los Estados Unidos y la Tierra
Prometida,
donde cada moneda está
marcada con EN DIOS CONFIAMOS
aunque los billetes de un
dólar no llevan esa marca, ya que son los dioses en sí mismos.
Todos los días leo los
anuncios clasificados
buscando una piedra, una
hoja, una puerta olvidada.
Oigo cantar a América en
las páginas amarillas.
¿Quién sabe que el alma
también tiene convulsiones?
Leo los periódicos todos
los días y leo a la humanidad fuera de lugar,
en la triste charla hueca
de la letra impresa.
Veo el lago Walden, que
se drenó para construir un parque de atracciones.
Veo que están haciendo
que Melville se coma su ballena.
Veo avecinarse una nueva
guerra,
pero no estaré allí para
pelearla.
Leí las pintadas en las
paredes del baño,
ayudé a Kilroy a escribirlas.
Marché por la Quinta
Avenida tocando la trompeta en un pelotón severo, pero me apresuré en regresar
a la Kasbah en busca de mi perro.
Veo una semejanza entre
los perros y yo.
Los perros son los
observadores auténticos que recorren el mundo de arriba abajo a través del país
de Molloy.
He cruzado callejones
estrechos demasiado para un Chrysler.
Vi cien carros lecheros
sin caballos en un terreno baldío en Astoria.
Ben Shahn nunca los pintó
pero estaban allí, perdidos en Astoria.
Oí el canto del
pordiosero.
Conduje por autopistas, y
creí las promesas de los carteles.
Crucé los edificios
horizontales de Jersey y vi las ciudades de la llanura,
y me revolqué en la selva
de Westchester con sus bandas errantes de nativos nómadas en camionetas rurales.
Los vi.
Soy el hombre.
Estuve allí.
Sufrí un poco.
Soy americano.
Tengo pasaporte.
No sufrí en público,
y soy demasiado joven
para morir.
soy un self-made-man.
Tengo planes para el
futuro,
estoy a la espera de un
trabajo de primera.
Tal vez me mude a
Detroit.
Sólo por el momento soy
vendedor de corbatas.
Soy un don nadie.
Soy un libro abierto para
mi jefe.
Soy un misterio completo para
mis amigos más cercanos.
Estoy llevando una vida
tranquila en la barra de Mike todos los días,
mirándome el ombligo.
Soy parte de la gran
locura del cuerpo.
Vagué por varios bosques
a la noche,
dormí borracho en los
umbrales.
Escribí historias
frenéticas y sin puntuación.
Soy el hombre.
Estuve allí.
Sufrí un poco.
Me senté en sillas incómodas.
Soy una lágrima del sol.
Soy la colina donde los
poetas corren.
Inventé el alfabeto luego
de observar el vuelo de las grullas que formaban letras con las patas.
Soy un lago en una
llanura.
Soy una palabra en un
árbol.
Soy una colina de poesía.
Un bombardeo sobre lo
inarticulado.
Soñé que todos mis
dientes se caían,
pero que mi lengua vivía
para contar el cuento.
Porque soy un fotograma
de poesía.
Soy un archivo de
canciones.
Soy un pianista en un
casino abandonado
en una explanada de un
balneario
en una niebla densa que
sigue tocando.
Veo una semejanza entre
la Mujer Que Ríe y yo.
Escuché el sonido de
verano en la lluvia.
Vi niñas en los paseos
marítimos enfrentarse a sensaciones encontradas:
entiendo sus vacilaciones,
soy un recolector de fruta.
He visto como los besos
causan euforia.
Me he arriesgado al
encanto.
Vi a la Virgen bajo un
manzano en Chartres,
y a Santa Juana arder en
Bella Unión.
Vi jirafas en los juegos
de los niños
sus cuellos como el amor,
enroscados en las
circunstancias de hierro del mundo.
Vi a Venus Afrodita sin
brazos en un pasillo de corrientes de aire.
Oí el gemir de una sirena
en la Quinta Avenida.
Vi bailar a la Diosa Blanca
en la Calle de las Bellas Artes el 14 de Julio,
y a la Hermosa Dama Sin Piedad
hurgarse la nariz en Chumley´s.
No hablaba inglés, era
rubia y tenía la voz ronca.
Estoy llevando una vida
tranquila en la barra de Mike todos los días,
mirando a los jugadores de
billar representar la escena del minestrone
devorando macarrones
he leído en alguna parte
el significado de la
existencia
pero se me olvidó adónde.
Pero soy el hombre
y estaré allí.
Y puedo hacer que hablen
los labios de los que duermen.
Y puedo hacer de mis
libretas haces de hojas de hierba.
y puedo escribir mi
propio
epitafio epónimo
dando indicaciones a los
jinetes que pasan.
Imagen: Scott Campbell
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