martes, 16 de junio de 2020

"La cruz de piedra" - George Mackay Brown

En la madrugada, Havard avistó una colina en el Ulster.
"Un grado al oeste", dijo el timonel. "Allí está la colmena.
Allí está el árido reino de los zumbidos".

Navegamos dejando atrás cuevas, coromanes y barquillas.
Anclamos a mediodía bajo una cruz de piedra.

Bajaron criaturas a saludarnos
con cabezas curtidas, voces de insectos, manos levantadas.

Murmuraron "Madre", "Santa María", "Nuestra Señora"
pero esa anfitriona no se hizo presente.

El hermano Simón me llevó del mar a la roca.
Trazó una cruz de aire gris entre nosotros.

Se trataba de una casa solo para hombres.
Un niño se ofreció a secarnos la sal de nuestras frentes.

"Havard, es tiempo de comenzar".
Havard exhibió su hacha en la cara de un hermano.

Luego mujeres comenzaron a gruñir desde un peñasco más elevado.
Maldiciones y lamentos fúnebres gaélicos.

Una docena de eunucos cayeron junto al pórtico.
El niño hizo una gaviota con ambas manos.

Ingresamos en una cueva de cera y perfumes.
Mund tomó una copa de plata de un nicho.

Fríos campanilleos como de clavos,
no nos llevaron a nada - una costra, un charco escarlata.

Pronto esa colmena fue solo humo y viscosidad.

Trasladamos un buen botín hacia Skua.
El abate había llamado a ese tesoro "raciones para polillas".

Ocaso. Repartición de los bienes. La nota de un arpa.
De inmediato vagué hacia la piedra del sueño.


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