en la costa
del barrio al sur
ni trueno
sobrio:
bolsillo
vacío,
baila
el perro negro
baila
aceita
las cadenas.
Apenas
resistir
contener
el aliento
perdido
perdido
pálido,
como el
perro negro,
otro
pésimo hielo
sacude
el vaso
lámpara
hueca,.
¿Para
qué tanta luz?
K.O.
técnico,
fuego
raso
el
océano no me quiere de regreso.
Me
quedo hasta escuchar
el fin
del relato
de la
ropa en el suelo
y las
nueve de la mañana,
lavando
las lagañas en la pileta del patio
corrigiendo
el error del espejismo.
Además,
le dije,
soy un
autor inédito
publico
mis poemas en un blog gratuito
no
tengo dinero,
el poco
que tengo lo gasto en cerveza
y
paraguas.
Cóntala
de nuevo, dale
la mesa
está muy quieta
falta
risa, sobran vasos,
dale
no
puede ser peor que esto,
peor es
abusar del relato
contándolo
tres veces
cuatro.
No
puedo escapar
del
sábado a la noche
de la mosca
en el vaso
el
sostén no se abre
el
azúcar del café
la
guiñada no vista
rastro
perdido
dale
cóntala
otra vez, estoy escuchando
no la
voy a escribir, tranquilo
no es
una historia tan buena
y
además,
no estaba
prestando atención.
Una
fiebre golpea
igual
al verano sin sombra
y la
carretera sin límite de velocidad.
Y vos
cómo lo sabés,
si esa
parte no la leíste,
el
voltaje de la audiencia es bajo
una
ruta sin luz ni descanso
despatarrada
en un escritorio de bar;
no
conduzcas si estás muerto,
no
conduzcas si estás muerto
ni
tramoyes para impresionar a un ebrio en un bar.
Sacarme
de esta mesa
es lo
que dictamina el rayo
antes
que caiga la noche
como un
hacha ensangrentada.
Portada de "The heart of saturday night", Tom Waits (1975) |
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