miércoles, 2 de noviembre de 2016

Dos himnos, tres homenajes, tres poemas eróticos - Aleister Crowley

HIMNO A PAN

¡Estremécete con el muelle deseo de la luz !
¡Oh hombre! ¡Oh, tú, hombre!
¡Ven corriendo desde la noche
de Pan !¡Io Pan !
¡Io Pan! ¡Io Pan! ¡Ven a través del mar desde Sicilia y Arcadia!
¡Vagando como Baco, con faunos que te acompañan,
y ninfas y sátiros que te guardan,
sobre un asno blanco como la leche, ven a través del mar
a mí, a mí,
ven junto Apolo, en traje de novia (pastora y pitonisa).
Ve junto a Artemisa, calzado de seda,
y lava tu blanco muslo, oh, bellísimo Dios,
entre la luna de los bosques, sobre el marmóreo monte,
en la aurora surcada de hoyuelos de la fuente ambarina!
Sumerge el púrpura del rezo apasionado
en el sagrario carmesí, en el lazo escarlata
el alma que se sobresalta en una mirada azul,
al observar los gemidos de tu exuberancia, a través
de la espesura del matorral, del nudoso tronco
del árbol viviente, que es espíritu y alma,
y cuerpo y mente.
¡Ven a través del mar,
(¡Io Pan! ¡Io Pan!)
¡Dios o Diablo, a mí, a mí!
¡Oh, tú, hombre! ¡Oh, tú, hombre !
¡Ven con trompetas que suenen estridentes sobre la colina !
¡Ven con tambores que murmuren por lo bajo desde la fuente!
¡Ven con flautas y gaitas!
¿No estoy maduro?
Yo, que aguardo, sufro y lucho
con aire que no permite a las ramas
abrigar mi cuerpo, cansado de abrazos vacuos,
fuerte como un león y afilado como una serpiente.
¡Ven, oh, ven!
Me encuentro torpe
a causa de la solitaria lujuria del poder del diablo.
Mete tu espada entre los mortificantes grilletes,
tú, que todo extingues, y todo creas,
dame el signo del Ojo Insomne,
y el exaltado augurio del áspero muslo,
y la palabra de insensatez y misterio.
¡Oh, Pan! ¡Io Pan!
¡Io Pan! ¡Io Pan! Me he despertado
entre los anillos de la serpiente,
el águila me fustiga con garras y pico;
los dioses se apartan:
las grandes fieras se acercan, ¡Io Pan !
He nacido para morir en el cuerno del Unicornio.
¡Yo soy Pan! ¡Io Pan! ¡Io Pan Pan! ¡Pan!
Soy tu compañero, soy tu hombre,
el macho de tu rebaño, soy oro, soy dios,
carne de tus huesos, flor de tu vara.
Con pezuñas de acero, corro sobre las rocas,
inflexible, de solsticio a equinoccio
Y deliro; y entre delirios estupro y desgarro
eternamente, en un mundo sin final,
enano, doncella, ménade, hombre,
por la voluntad de Pan.
¡Io Pan! ¡Io Pan Pan! ¡Pan! ¡Io Pan!

HIMNO A LUCIFER

Piensen, sin bien ni mal, ¿qué sentido tiene actuar?
Sin su clímax, la muerte, ¿qué sabor tiene
la vida? Una máquina impecable, exacta,
que va y viene por un sendero estúpido y sin sentido
para colmar brutos apetitos, su única satisfacción.
¡De qué modo tan pesado ha sido capaz de comprenderse a sí Misma!
Y aun más, este noble elemento nuestro,
de fuego en la naturaleza, de amor en el espíritu,
la vida que no se entiende a sí misma no tiene primavera, ni eje, ni fin.
Su cuerpo, un radiante rubí de sangre,
con noble pasión, Lucifer, de alma solar,
recorrió colosal al amanecer, rápido, oblicuo,
el imbécil perímetro del Edén.
Él bendijo lo que no existía con cada maldición
y salpicó de dolor la torpe alma del buen juicio,
exhaló vida en el universo estéril,
con Amor y Conocimiento echó a la inocencia.
la Clave al Goce es la desobediencia.




EL PENSADOR

¡Ciega agonía del pensamiento!
Quien brinda su pluma, su pincel o su lira
al Arte puede comprender en éste
el símbolo de su batalla en contra y a favor
de los hombres, el retrato del atormentado deleite
de su necesidad; se sienta próximo a él
el consumado del pensamiento mágico.
Rodeado por su propio abrazo se sienta;
¡rastrean los sabuesos invisibles el dolor sobre las hendiduras!
Pronto, pronto estarán sobre él; pronto, los colmillos del odio,
¡los afilados dientes del infinito sobre él!
¿Podrá el amor, o la gloria, o la riqueza, abolir esos tormentos?
¿Qué sirena de voz y pecho dulces podrá conquistarle?
¡Ninguna, estén seguros! Con sereno espanto
el pensador formula la ley eterna.

SÓCRATES (EL HOMBRE DE LA NARIZ ROTA)

Perfecta belleza labrada de deformidad,
¡oh filósofo de la nariz rota! la tuya.
Así como los diamantes, más profundos en el limo azul,
así es el secreto de tu sólida fortuna
resplandor daimónico más allá de moda e importancia
de rasgo atormentado; el espíritu de la virtud relumbra,
el genio y la sabiduría de la divina fuerza
que insufla tu rostro; ¡esplendor!, nada menos.

¡Ay! Beberás la cicuta, sufrirás
y morirás por respeto a ti mismo, ¡por amor a los demás!
¿Son hoy los hombres hermanos inseparables?
¿Es mi vida más plácida que la de los griegos?
Los griegos, al menos, me ayudarán en mi arte.
¡Crucificad a Crowley! ¡No, mis amigos!, la pócima.

BALZAC

Gigantesco, oscurecido por los misterios del hierro,
embozado, Balzac se levanta y mira.
El desdén inmenso, el silencio egipcio, el poder del dolor, 
la carcajada de Gargantúa, agitan o acallan la ígnea
estatura del Maestro, vívida.
A lo lejos, aterrado, el aire ensordecedor estremece la piel.
En vano el Maestro de «La Comedia Humana»
oscurece sus profundos ojos, genio iluminado.

Epitalamios, canciones de cuna y epitafios
están escritos en el misterio de sus labios.
La triste sabiduría, la insolente ignominia y la agonía sublime
yacen en los pliegues mortuorios de la capa, escarpadas montañas;
y la piedad se oculta en el corazón.
El torvo saber estrecha a la humanidad esencial.
Balzac se levanta, y ríe.



JUDÍA

Ella era de noble cuna, y —lo mejor— una judía;
sus malévolos labios invitaron
a los míos a probarlos; sostuve su pecho,
fresco desde la crucifixión de Cristo;
parecía que sus muslos hervían con la sangre
sorbida del bastardo de Dios.

¡Sus pechos son mi Gólgota!
¡Sus labios, sus miembros empapados!
Su secreto y ceñido baluarte
de placeres —¡absolutamente delicioso!— parece
la hendidura que la lanza abrió en su costado
dentro de la cual me regodeo del Crucificado.

CON PERRO Y SEÑORA: IDILIO DE OCTUBRE

El otoño llega al tiempo que nos tendemos
en las mullidas nubes de luz de celosía
que anuncian la oscuridad, pero distinguimos
un guiño ingenuo a través la noche,
mi amante, mi gran danés y yo
Y mis ojos fijan el rapto, como en la cama
él lame los labios flojos de ella, e intenta
tentar su lengua. Mi fuego aumenta.
Sus pechos pesados y colgantes atraen
mis dientes y se enjoyan con sangre,
su mano prepara el sacrificio
que desea de mí, la inundación
que viene de los los santuarios del Paraíso.
Su otra mano tiene la malicia
para despertar la locura del Danés,
cuya mirada cárdena se amotina,
los ojos de ella pierden la calma que tenían,
mi cuerpo crece, henchido de amor.

NECROFILIA

Para verter dentro de tu corazón la semilla
mezclada con la descarga venenosa
a partir de una glándula hinchada, inflamada y grande
con la raza deliciosa de la gonorrea;
para profundizar en tu vientre, y beber
los líquidos ateos, y la piscina
de fétida putrefacción de las heces
que tu cadáver ahorcado dio, cuyo olor delicioso
excita estas canciones sublimes.
La verga obtiene un nuevo deseo; penetra, aúlla, aprisiona, chupa,
delira, chilla, mastica, exalta la cogida,
¡Espera! ¡Me vengo! ¡Muero! ¡Dios mío!






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