En Montevideo
el aire no lastima.
Nos guiaron los carteles de cama y comida
y una vez encontrados
los canjeamos por vasos menguantes
que a la mañana siguiente
rellenamos de ropa sucia
para que desde el fondo de la valija
el viento no hiciera su parte.
Aquí vimos.
Aquí escribimos.
Aquí comprendimos:
Babel es un mito,
nada se escapa, nada se pierde.
Acortamos las distancias con presencias,
fuimos iguales ante el miedo,
neutralizamos el veneno
con salivas, lenguas y labios.
El viento solo sopló
porque nunca dejamos el barro del todo,
la voz fue nuestra por fin
Cuando cantamos los sucesos
de octubre del cero cinco,
magia que nos reconoció
nos presentó a la pena del espejo,
la misma historia contada cien veces…
¿Lejanía?
¿Distancia?
Tierra partida:
agua unida.

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