No tuvimos que dejar el edificio
para que la tormenta
nos sumergiera los huesos.
Río tras río tras río
navegaron todos los viernes,
y se fueron a pique en ceniza de la tierra,
memoria de tu furia, triste cara.
A través del espejo no te oigo
pero sí veo los gritos
asomando de a ratos,
desde dentro de la sombra,
de la semilla, de la herida, de la tinta.
Entonces busco refugio, busco simpleza,
al agua como al aire,
razones y excusas:
no necesita el viento a la vela
ni el crimen al castigo
ya se dijo y lo seguirán diciendo
hasta que parezca verdad la historia
de una playa sin orillas;
igual sabemos que no importa
si conocemos el camino,
el infierno nos espera paciente.
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