(Poema de Jim Morrison distribuido entre el público de los conciertos de The Doors, en Estados Unidos, poco después de la muerte de Brian Jones, de los Rolling Stones, ahogado en una piscina el 3 de Julio de 1969).
Soy un habitante de una ciudad.
Acaban de darme el papel
del Príncipe de Dinamarca.
Pobre Ofelia.
Los fantasmas que él nunca vio
vagando hacia su funesto destino
en un candelabro.
Vuelve, guerrero valiente
sumérgete
en otro canal.
Una cálida piscina resbaladiza
dónde está Marrakech
bajo las caídas
el vendaval
dónde han ido a parar los salvajes
al atardecer
monstruos del ritmo.
Has dejado tu
nada
para enfrentarte
al Silencio.
Espero que te hayas ido
con una Sonrisa
como un niño
en la plácida frontera
de un sueño.
El hombre ángel
se enfrenta a las Serpientes
con manos
y dedos.
Y ha acabado por reivindicar
esta alma
benévola.
Ofelia.
Se va, empapada
en seda.
Sueño
de cloro
testigo
loco ahogado
el salto, el trampolín
la piscina.
Eras un luchador
una musa adamascada y almizclada.
Eras el sol
desteñido
por la t.v. de la tarde.
Sapos cornudos
francotirador de pupila amarilla.
Mira a qué te ha conducido.
Al paraíso de la comida
con los caníbales
y los judíos.
El jardinero
descubrió
el cuerpo, inerte, Flotante.
Rígido y feliz
de qué verdusca materia
estabas hecho.
Agujeread la piel
de la diosa.
¿Apestará
cuando ascienda a los cielos
a través de las salas
de música?
Ninguna posibilidad.
Réquiem por un grande.
Esa sonrisa
esa mirada de sátiro
porcino
se ha elevado saltando
al barro.
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