I
Desde aquí es todo tan semejante
que basta cambiar el nombre de una
o dos cosas
para llamarlo casa
Eterno parecido de lo que está
y lo que se avecina.
No sólo el álgebra duplica
también la poesía, el hambre, la pena.
la carne, el deleite, la fortuna.
II
Digo que no es fantasía:
que existe uno en los demás
que el extranjero no soy yo
que una mitad es nada sin otra.
El mundo se copia a sí mismo
ser es estar
la parte es el todo y a la inversa,
la llave es también la puerta.
¿Qué hacemos con una palabra sin una voz?
Ir es venir,
sin olvido no hay memoria,
perfección inmensa la del día y la noche,
no habrá hogar sin distancia
ni libertad sin encierro.
Invadir es imitar el espejo.
III
El que monologa.
El que cuenta una historia.
El que despierta para verte dormir.
El que todavía ve fantasmas en la noche.
El que se ríe de la magia.
El que nunca llega a destino.
Ese es el otro.
IV
Fui yo quien dijo
“¡No teman! Lo ajeno es mentira:
el tiempo se aserra en vano
si no rozamos en vuelo
el costado del miedo,
la hermosa certeza
del urgente salto al vacío.”
Y lo juré.
Pero estoy mintiendo,
también tengo miedo
también mis manos tiemblan.
No hay fiestas eternas,
todo lo tapa la tierra,
todo se funde
y yo no soy mas yo.
Soy otromismo.
V
Si es verdad
y las verdades son dos,
¿dónde empieza cada una?
Y si no sé como empezó,
¿cómo puedo empezar otra vez?
Inútil imitación del espejo,
devuelve infinita copia
encantadora insuficiencia
Pero, ¿qué más le puedo pedir?
basta con la interminable paz
del soberano duplicado.
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