viernes, 1 de noviembre de 2019

Ciudad Vieja

El marco no permite
que la acuarela se derrame
y le frena el paso
entre cuatro míseros lingotes.
Luna diurna
cielo blanco recortado
nube recta recobrada.
¿Siempre es así?
¿De arriba hacia abajo?
El horizonte amparado en cruces
como un cementerio de acero.
¿Quién conocerá los sueños
de las cúpulas de las catedrales?
Las palomas son santos alados
que se cagan en los transeúntes.
El palacio Salvo
siempre guarda para sí una porción de la noche
durante el día,
y las ventanas de la torre del puerto
reflejan el mismo atardecer cada día.
La cuerda de tambores,
única melodía percutiente
se repite a sí misma
sin que se repitan los intérpretes,
quienes aguardan
que cambie la luz del semáforo
para avanzar en vanguardia desmembrada
a un sueño
que no será susurro.

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