Un kilo de plomo en mis manos es
un arco cruzando el aire.
Mínimo peso en la izquierda, el
aire atrapado en mis dedos huecos también empuja.
Hombro tensado contraparte puente
enfrentado al vacío.
Pie que no tambalea soporta el
empuje, resistencia noble a la trampa posterior.
Quieto también me muevo.
El ojo es otro músculo, la luz
mueve mi pupila igual al plomo que mueve mi torso.
Ex pulso, refracto, abandono lo
que no me pertenece.
Repito el proceso, aplico la
misma fuerza, el proyectil no varía y cae cada vez en un sitio distinto.
¿Bastaría con variar con una pelota
de goma o cemento?
Mi pulso se alivia cada vez, es
lo único que se repite.
Lanzado, arrojado, desechado.
Jamás al olvido.
Retirada la toma, medida la
distancia, imito el recorrido del balón y ruedo hacia él, lo tomo en las manos,
camino al punto, recomienzo.
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