sábado, 29 de septiembre de 2018

Preámbulo e instrucciones para dar cuerda al reloj (Julio Cortázar, 1962)

Texto perteneciente a "Historias de cronopios y de famas" (Minotauro, 1962)

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes. No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

Instrucciones para dar cuerda al reloj

Allá al fondo está la muerte, pero no tenga miedo. Sujete el reloj con una mano, tome con dos dedos la llave de la cuerda, remóntela suavemente. Ahora se abre otro plazo, los árboles despliegan sus hojas, las barcas corren regatas, el tiempo como un abanico se va llenando de sí mismo y de él brotan el aire, las brisas de la tierra, la sombra de una mujer, el perfume del pan.
¿Qué más quiere, qué más quiere? Átelo pronto a su muñeca, déjelo latir en libertad, imítelo anhelante. El miedo herrumbra las áncoras, cada cosa que pudo alcanzarse y fue olvidada va corroyendo las venas del reloj, gangrenando la fría sangre de sus rubíes. Y allá en el fondo está la muerte si no corremos y llegamos antes y comprendemos que ya no importa.



lunes, 17 de septiembre de 2018

Repetición

Ya pasó esto alguna vez
no en el mismo lugar, pero pasó:
la memoria del sonido
la melodía de falsos finales
la más santa de las tierras
respirar aliviado
al ver que falta solo una semana
una lágrima al fuego,
una oración al aire
agosto que no puede y no podrá,
mi peso en tierra
la confirmación de la locura
la certeza de sabernos culpables
de la derrota de los altares
buscar sin saber que se busca
la vana gloria de la nostalgia
hablar con espectros y aceptar que no mienten,
                       que la muerte es una farsa
sabotear el sabotaje
vendar los vendajes
la brisa que pasea entre los árboles
el cuello que se tiende a recibir
el abrazo de los labios
combustión venérea
las piernas que recuerdan el mar
la tranquila verdad
de tanta gente que no conozco,
tantas nueve semanas y media que faltan llegar…

Da igual, es tan poca cosa
solo tiembla todo.


domingo, 16 de septiembre de 2018

Canto ajeno XIII

Harto,
estaba harto.
En el tiempo del verano de este hemisferio,
por primera vez en mis veintinueve años de vida
comprendí que la poesía es un profesor revelando un martes a las nueve de la mañana por qué la selva de Quiroga es sombría,
hacen suyos los versos de otros
los regurgitan
a veces no conformes con eso, y como sospechan comprenderlos,
los traducen
les adjudican proporciones áureas
los trasladan a escala 1/100
fundan generaciones
arrastran la poesía a las regiones donde nunca debió llegar
nombran múltiples nombres para nombrar lo mismo:
¿cuántos ombligos puede tener un solo vientre?