martes, 29 de mayo de 2018

"Sobre héroes y tumbas" - Ernesto Sábato (1961)

(Capítulo 10 de la tercera parte; "Informe sobre ciegos").

Aquellos cinco días que siguieron me desesperaron ¿Qué podía hacer sino cavilar y conversar con el mozo y hojear diarios y revistas? Aprovechaba leer dos cosas que siempre me fascinaron: los avisos y la sección policial. Lo único que leo desde los veinte años, lo único que nos ilustra sobre la naturaleza humana y sobre los grandes problemas metafísicos. Uno lee en la sexta edición: SÚBITAMENTE ENLOQUECIDO, MATA A SU MUJER Y A SUS CUATRO MIJITOS CON UN HACHA. Nada sabemos sobre ese hombre, fuera de que se llama Domingo Salerno, que era laborioso y honesto, que tenía un mercadito en Villa Lugano y que adoraba a su mujer y a sus chicos. Y de pronto los mata a hachazos. ¡Profundo misterio! Además, ¡qué sensación de verdad que se siente leyendo la sección policial, después de leer las declaraciones de los políticos! Todos éstos parecen disfrazados y falsificadores internacionales, gente que vende tónico para el pelo y hombres de la víbora. ¿Cómo puede compararse a uno de estos mistificadores con un ser purísimo del género de los Salerno? También me excitan los anuncios: LOS TRIUNFADORES DEL MAÑANA ESTUDIAN EN LAS ACADEMIAS PITMAN. Dos jóvenes rutilantes, un muchacho y una muchacha tomados del brazo, sonrientes y gloriosos, marchan hacia el Porvenir. En otro aviso aparece un escritorio con dos teléfonos y un intercomunicador; el sillón vacío está listo para ser ocupado y de los teléfonos salen como rayitos luminosos; la leyenda dice: ESTE PUESTO LO ESPERA. Uno que me atrae por lo demagógico es de la óptica Podestá: SUS OJOS MERECEN LO MEJOR. Los de pasta de afeitar asumen la forma de historietas con moraleja; en el primer, cuadro, Pedro, visiblemente barbudo, invita a bailar a María Cristina; en el segundo cuadro, en primer plano, se ve el rostro desconcertado de Pedro y la expresión de profundo desagrado en María Cristina, que baila tratando de separar lo más posible su cara; en el tercer cuadro, ella le comenta a una amiga: “¡Qué repulsivo está Pedro con esa barba!”, respondiéndola la otra: “¿Por qué no se lo dices de una buena vez?”; en el cuadro siguiente, María Cristina le responde que no se atreve pero que quizá ella, su amiga, podría decírselo a su novio para que a su vez él se lo recomiende a Pedro; en el penúltimo cuadro se observa, en efecto, que el novio de la amiga dice algo en voz baja a Pedro; en el cuadro final, aparecen en primer plano Pedro y María Cristina, bailando felices y sonrientes, él ya perfectamente afeitado con la famosa crema PALMOLIVE; la leyenda dice: POR UN DESCUIDO LAMENTABLE PODÍA HABER PERDIDO A SU NOVIA.
Variantes: en una, el individuo pierde una magnífica oportunidad de empleo; en otra no asciende nunca: al fondo de una gran sala llena de escritorios y empleados, entre los cuales es fácil percibir a Pedro barbudo, un jefe lo está mirando, desde lejos, con expresión de repulsión y fastidio. Cremas desodorantes: noviazgos, posiciones en estupendas empresas, invitaciones a fiestas, perdidas tontamente por no haber usado ODORONO.
Anuncios con señores de rostro deportivo, muy bien peinados y muy sonrientes, pero a la vez enérgicos y positivos, con grandes y cuadradas mandíbulas como el Superman, que golpeando con un puño sobre el pupitre, entre varios teléfonos, y avanzando el torso hacia el invisible y vacilante interlocutor, exclaman: ¡EL ÉXITO ESTÁ AL ALCANCE DE SUS MANOS! Otras veces, el Superman no golpea sobre la mesa sino que, con gesto enérgico y desprovisto de la menor hesitación, apunta con su índice al lector del diario, siempre pusilánime y dejado, permanentemente dilapidando su Tiempo y sus Notables Condiciones en pavadas, y le dice: GANE CINCO MIL PESOS MENSUALES EN SUS RATOS PERDIDOS, instándolo en seguida a poner su nombre y dirección en las líneas punteadas de un pequeño recuadro.
Desprovisto de piel, mostrando sus poderosos músculos fibrosos, Míster Atlas lanza un llamado mundial a los debiluchos: en siete días notará el Progreso y se decidirá a rehacer y reparar su cuerpo, poseyendo pronto una constitución como la del propio Mr. Atlas. Dice: LA GENTE ADMIRA LA AMPLITUD DE SUS HOMBROS. ¡USTED CONSEGUIRÁ LA CHICA MÁS BONITA Y EL MEJOR EMPLEO!
Pero nada como el Reader's Digest para promover el Optimismo y los Buenos Sentimientos. Un artículo del señor Frank I. Andrews, titulado Cuando se reúnen los Hoteleros. comenzaba así: “Conocer a los distinguidos hoteleros que llegaron a los Estados Unidos en representación de sus colegas de los países hispanoamericanos fue para mí, uno de los momentos más conmovedores de mi vida”. Y luego cientos de artículos destinados a levantar el ánimo de los pobres, leprosos, rengos, edípicos, sordos, ciegos, mudos, sordomudos, epilépticos, tuberculosos, enfermos de cáncer, tullidos, macrocefálicos, microcefálicos, neuróticos, hijos o nietos de locos furiosos, pies planos, asmáticos, postergados, tartamudos, individuos con mal aliento, infelices en el matrimonio, reumáticos, pintores que han perdido la vista, escultores que han sufrido la amputación de las dos manos, músicos que se han quedado sordos (¡pensad en Beethoven!), atletas que a causa de la guerra quedaron paralíticos, individuos que sufrieron los gases de la primera guerra, mujeres feísimas, chicos leporinos, hombres gangosos, vendedores tímidos, personas altísimas, personas bajísimas (casi enanos), hombres que pesan más de doscientos kilos, etc. Título: DEL PRIMER EMPLEO ME ECHARON A PUNTAPIÉS, NUESTRO ROMANCE EMPEZÓ EN EL LEPROSARIO, VIVO FELIZ CON MI CÁNCER, PERDÍ LA VISTA PERO GANÉ UNA FORTUNA, SU SORDERA PUEDE SER UNA VENTAJA, etcétera.
Al salir del bar, y después de hacer mi visita nocturna a la pensión, sobre la Plaza del Once, contemplaba aún el gran cartel que anuncia los fideos Santa Catalina, y aunque no recordaba quién había sido Santa Catalina no me parecía difícil que hubiese sufrido el martirio, ya que el martirio fue siempre el fin casi profesional de los santos; y entonces no podía dejar de meditar sobre esa característica de la existencia humana consistente en que un crucificado o un desollado vivo con el tiempo se convierte en una marca de fideos o de conservas en lata.




viernes, 25 de mayo de 2018

Canto ajeno XI; XII

XI

Deténgase un momento,
es verdad, yo vi cuando empezó todo,
el primer disparo,
la primer trompada de la guerra,
Víctor y Charlie merodeando en la selva, 
cabezas enramadas para entrever un árbol donde hay un fusil
la armonía de las balas,
los cuerpos muertos untando la tierra,
la vida entregada en una firma,
un vendaval que raja las mejillas,
última razón de los reyes 
la primera de las noches fuera de casa,
infieles, infieles de turbante,
hijos del desierto (al final, espera el desierto)
rumores semejantes a plegarias que no comprendo pero sé que pretenden degollarme.
¿Qué tipo de pregunta es “si recuerdo”?
¿Qué no ve mi cráneo partido en dos?
Estorba la luz en los ojos,
si los cierro me podré seguir desahogando.
No diré que me arrepiento,
el sol brilla más claro cuando no ciega
y veo mejor hacia dentro,
además no sé hacer otra cosa,
pasarán cientos de años y seguiré haciendo lo mismo.
Alcanzaré a defender la dinastía del horno de ladrillos,
que hace cada pan sea distinto al siguiente
aunque vengan a este mundo al mismo tiempo
y el mismo fuego los haya tostado.

Apocalypse Now; Francis Ford Coppola; 1978

XII
De la tierra partida germinó un hombre santo
un tajeador de aguas, un patriarca de la convicción:
trajo espejismos, pescado y abrigo,
ocho horas para todos, escuela pública y luz eléctrica
valses, zapatos y tabaco.
Liquidó el problema para una de las congregaciones,
pero yo y mis hijas estábamos del otro lado
y quisimos huir,
-pregunto, ¿quién tolera dar la cara a la muerte?-
Entonces vendimos cada trasto que tuviera un poco valor,
conservamos la riqueza de bolsillo,
echamos los libros al fuego para tener calor por las noches,
entregué el nombre de mi padre en la frontera,
lo nombré responsable de la estafa y la visa fue nuestra.
Incendiamos varios amaneceres hasta la costa próxima,
no fue un viaje amable, ni paciente:
el personal a cargo no hablaba nuestro idioma,
nos ubicaban a gritos y golpes de culata;
bebimos agua de lluvia, masticamos salitre de aire,
dormíamos apilados en el útero de hormigón de la nave
sentenciada al naufragio desde que soltó amarras.
Todavía mareados por el sueño revuelto por las olas,
el agua salada nos lavó completos,
pisando la arena no hubo más islas, ni culpa,
ni ropa de extranjeros ahogados, esas medusas gritando que la muerte se quedó con hambre,
y cursamos una carrera,
supimos que son distintos una tensión y un conflicto
y que la diferencia va de cien a dos mil muertos,
aprendimos el valor del jornal
compramos una casa y depositamos a plazo fijo,
alternamos el camino de vuelta con el de ida,
determinamos la distancia al sol
y en cuánto tiempo nos apropiamos de su luz cada día;
olvidamos el ultraje de los años,
de los cientos de fracciones de horas una tras otra
tanto que ni nuestros hijos
 ni los hijos de nuestros hijos sabrán jamás de los cuerpos entre las rocas:
los poetas de mi generación escriben sin usar imágenes
o las imágenes son todas la misma.


jueves, 10 de mayo de 2018

Andar en el ritmo del mundo

55

Andar en el ritmo del mundo
golpeando la sarna en la piel,
raspo con piedra mi ritmo
raspo con piedra el papel.

Los callos con carne se raspan
la carne con callo también,
el golpe con tajo, con sangre
el tajo con sangre con miel.

Desgajo la carne del hueso
deshago con ritmo el cuartel,
migajas de piel voy dejando
jirones de pelo también.

Cargo en la carne el carbón la cadena
cargo en el callo al patrón y la reja.
¡Patrón! El carbón no quema la pena
quema la vena Nevada condena.

No vengas con cuentos Alejo
no vengas con peros después
me leo en los diarios del lunes
me meo en tu fin de mes.

No vino el pastor, ni el cristo ni el buda
desgasto el zapato, la punta del pie,
alborota la sangre sin viento
va yendo sin tiempo el infiel

Vengo inventando ritmo en los días
solo tenía que dejar de comer,
vengan santos, vengan en mi ayuda
quiero aire y terminar de leer.

Hay ritmo en los pasos del mundo
Ernesto quedó sin comer,
en el ojo el tiro, en la mesa la bota
las botas de cada cuartel.

Al ritmo del paso del mundo
pateando una lluvia a la vez,
llegaron santos con visnús y orishas
desbordó el río sin vuelta a llover.

Yo sólo soy un pedazo de tierra,
no me confunda, señor, por favor;
yo sólo soy uno más en la tierra,
yo sólo soy uno más bajo el sol.

El bardo inglés cantaba cinco
yo canto diez mil al mes,
a otros cantaba el nolano
otros lo hicieron arder.

El ritmo con palabras del mundo
cáncer del hueso se come la piel,
los escribas se olvidan del ritmo
los quemo de uno a la vez.

Finjo la risa la fiesta los lentes
finjo el ritmo contando hasta cien
galopa caballo cuatralbo
embolsa tu parte, dejá de joder.



lunes, 7 de mayo de 2018

"Zúriák" (fragmento) - Nelson Traba & Willni Dávalos (2018)

32

Noche, tantos poetas llorones han escrito bajo tu cascada, tantos papeles manchados tañen los bosques de nostalgia y motosierra. Bajo tu tenue luz lamento mi pene y mi vicio minúsculo: un cuerpo, saliva, textil frutilla, el recuerdo de su lengua embadurnando de dulzura mis desagües, besando cada testigo del despilfarro, con ternura, juventud y placentera sonrisa, incrustada, hiriente, perturbadora. Ahora que ella está en aquel carnaval de vanidades elevando vítores a Lucifer y yo en esta cama llena de ácaros y hematófagos, recreo su voz pidiéndome que la llame puta y yo que la nombraba Diosa. “¡Puta, dime, puta!”. No puedo mentir, no pude, no le he pagado nada, tan sólo mi vida como obsequio (o lo que quedó de ella luego de la inundación) "¡Moechaputide, redde, redde, putidamoecha, codicillos!" cantaba Catulo y yo imitándole con mi lastimera pronunciación del latín frente al cerro Puquín lleno de sarna humana, úlceras urbanas al alba; los niños durmiendo, y yo pensando en ella, su celular apagado, mi posesión más amada siendo tocada por otro.
Noche, bajo tu cascada vuelvo a diluir su valor, a hacerla cosa y posesión, un tesoro más enmascarado por la tierra. Entre desiertos fémures, selvas coxis y aguas calaveras divido el cuerpo en territorios y ella es la nación donde planté mi bandera, donde pienso esparcir mis restos como el rastro inequívoco de que las cosas irán por el curso de la convención obvia del machismo. Hiervo agua en mis ojos y la derramo sobre el hielo, su distancia, sus oídos, los recuerdos ácidos de sus venenos y púas. Sufro porque me creo poseedor de la vida que habita en su cuerpo. Era ese nuestro juego, a eso nos dedicábamos cuando la cama era un lago congelado donde patinar. Sin embargo, ella está en Arequipa, en el carnaval de la vanidad, elevando vítores a Lucifer, su señor lleno de luz y belleza, descalza baila y la aclaman, la desean, la toman, es una cosa, es un tesoro y no es una cosa, es una persona pero yo lloro porque no supe jugar, porque me creí cada parte del guión de la hembra posesa y del hombre poseedor, ella estaba consciente, era su encanto, su glamour; fue mi ilusión y ahora mi nostalgia más clara y duradera; el ahmor idiota de los mamíferos.



domingo, 6 de mayo de 2018

"Noche en claro" - Octavio Paz (1958)

A los poetas André Bretón y Benjamin Péret

A las diez de la noche en el Café de Inglaterra
salvo nosotros tres
                          no había nadie
Se oía afuera el paso húmedo del otoño
pasos de ciego gigante
pasos de bosque llegando a la ciudad
Con mil brazos con mil pies de niebla
cara de humo hombre sin cara
el otoño marchaba hacia el centro de París
con seguros pasos de ciego
Las gentes caminaban por la gran avenida
algunos con gesto furtivo se arrancaban el rostro
Una prostituta bella como una papisa
cruzó la calle y desapareció en un muro verduzco
la pared volvió a cerrarse
Todo es puerta
basta la leve presión de un pensamiento
Algo se prepara
                      dijo uno entre nosotros.

Se abrió el minuto en dos
leí signos en la frente de ese instante
Los vivos están vivos
andan vuelan maduran estallan
los muertos están vivos
oh huesos todavía con fiebre
el viento los agita los dispersa
racimos que caen entre las piernas de la noche
La ciudad se abre como un corazón
como un higo la flor que es fruto
más deseo que encarnación
encarnación del deseo
Algo se prepara
                      dijo el poeta.

Este mismo otoño vacilante
este mismo año enfermo
fruto fantasma que resbala entre las manos del siglo
año de miedo tiempo de susurro y mutilación
Nadie tenía cara aquella tarde
en el underground de Londres
En lugar de ojos
                      abominación de espejos cegados
En lugar de labios
                       raya de borrosas costuras
Nadie tenía sangre nadie tenía nombre
no teníamos cuerpo ni espíritu
no teníamos cara
El tiempo daba vueltas y vueltas y no pasaba
no pasaba nada sino el tiempo que pasa y regresa y no pasa
Apareció entonces la pareja adolescente
él era rubio «venablo de Cupido»
gorra gris gorrión callejero y valiente
ella era pequeña pecosa pelirroja
manzana sobre una mesa de pobres
pálida rama en un patio de invierno
Niños feroces gatos salvajes
dos plantas ariscas enlazadas
dos plantas con espinas y flores súbitas
Sobre el abrigo de ella color fresa
resplandeció la mano del muchacho
las cuatro letras de la palabra Amor
en cada dedo ardiendo como astros:
Tatuaje escolar tinta china y pasión
anillos palpitantes
oh mano collar al cuello ávido de la vida
pájaro de presa y caballo sediento
mano llena de ojos en la noche del cuerpo
pequeño sol y río de frescura
mano que das el sueño y das la resurrección.

Todo es puerta
todo es puente
ahora marchamos en la otra orilla
mira abajo correr el río de los siglos
el río de los signos
Mira correr el río de los astros
se abrazan y separan vuelven a juntarse
hablan entre ellos un lenguaje de incendios
sus luchas sus amores
son la creación y la destrucción de los mundos
La noche se abre
mano inmensa
constelación de signos
escritura silencio que canta
siglos generaciones eras
silabas que alguien dice
palabras que alguien oye
pórticos de pilares transparentes
ecos llamadas señas laberintos
Parpadea el instante y dice algo
escucha abre los ojos ciérralos
la marea se levanta
Algo se prepara.

Nos dispersamos en la noche
mis amigos se alejan
llevo sus palabras como un tesoro ardiendo
Pelean el río y el viento del otoño
pelea el otoño contra las casas negras
Año de hueso
pila de años muertos y escupidos
estaciones violadas
siglo tallado en un aullido
pirámide de sangre
horas royendo el día el año el siglo el hueso
Hemos perdido todas las batallas
todos los días ganamos una
Poesía

La ciudad se despliega
su rostro es el rostro de mi amor
sus piernas son piernas de mujer
Torres plazas columnas puentes calles
río cinturón de paisajes ahogados
Ciudad o Mujer Presencia
abanico que muestras y ocultas la vida
bella como el motín de los pobres
tu frente delira pero en tus ojos bebo cordura
tus axilas son noche pero tus pechos día
tus palabras son de piedra pero tu lengua es lluvia
tu espalda es el mediodía en el mar
tu risa el sol entrando en los suburbios
tu pelo al desatarse la tempestad en las terrazas del alba
tu vientre la respiración del mar la pulsación del día
tú te llamas torrente y te llamas pradera
tú te llamas pleamar
tienes todos los nombres del agua
Pero tu sexo es innombrable
la otra cara del ser
la otra cara del tiempo
el revés de la vida
Aquí cesa todo discurso
aquí la belleza no es legible
aquí la presencia se vuelve terrible
replegada en sí misma la Presencia es vacío
lo visible es invisible
Aquí se hace visible lo invisible
aquí la estrella es negra
la luz es sombra luz la sombra
Aquí el tiempo se para
los cuatro puntos cardinales se tocan
es el lugar solitario el lugar de la cita.

Ciudad Mujer Presencia
aquí se acaba el tiempo
aquí comienza.