miércoles, 23 de enero de 2013

Versiones


El viernes veintisiete de Octubre de 1997, en el teatro “El Mundo”, a las 21:53, a 47 minutos de comenzada la puesta en escena del estreno de la obra “El Agua Frente Al Espejo” de Leandro Stronghold, finalizando el acto segundo, en la escena donde es revelada la infidelidad del personaje de Stephen, el actor Miguel Dormund olvidó una línea de su diálogo y se vio obligado a improvisar una contestación, pues el evento exigía una respuesta veloz. Sin darse cuenta afirmó lo contrario de lo que se suponía debía declarar, forzando a la primera actriz Lorenna di Falco, quien encarnaba el papel de Georgina, la esposa engañanda, a reformular, de igual modo, su discurso.
Durante algunos instantes, mientras la apuntadora se ubicaba en el texto, los dos actores se vieron en la necesidad de improvisar sobre el diálogo de sus personajes, apuntando a retomar el argumento donde había ocurrido la digresión. El diálogo creado fue el siguiente:
“STEPHEN (despreocupado, cerrando su libreta de anotaciones): Querida, tus elucubraciones retrospectivas me llenan de alegría pues proyectan la sombra de tu amor y tu preocupación hacia mi; pero basta ya, fue suficiente de celos para tan agotadora jornada.
GEORGINA (solemne): Bien he obrado y recordado yo. ¡Maldita la hora en que decidí tragarme el orgullo y el despecho pues te juzgué merecedor de mi confianza! Son verdad las palabras del poeta al decir que el sabor del pecado es harto sabroso para los paladares débiles, y una vez degustado vuelven a por un nuevo bocado. Pero será fácil para ti, de este funesto lugar huiré y solo yo y mi destino seremos. Evitaré así más sufrimiento para ambos: tu podrás regocijarte con esa…¡esa ladrona!, podrás repetir tu festín de besos en la colina de Morquio; yo seré sendero en el agua, latigazo de aire…noticias mías no oirás más, serás libre.
STEPHEN: ¡Cosas dices! Tu huida impediré y evitaré; en el camino de la puerta me pondré y saldrás solo cuando yo lo permita pues…eres todavía mi esposa sin…testigos más que estas sábanas…mudos testigos…
GEORGINA: No insistas más Stephen, ya sabes que mi decisión ya está tomada, y…todas tus palabras son inútiles ya.
STEPHEN: Por mis derechos como esposo ante Dios y el estado, te quedarás conmigo.
GEORGINA: Quiero ver como me obligas, ¡canalla!
STEPHEN: Pero piensa en dónde vas a vivir, ¿quién pagará tu ropa y tus gustos? ¿Acaso tu hermana en la costa?
GEORGINA: ¿Afirmas eso? No soy…no soy una inútil, viviré y trabajaré con ella, lo haré.
STEPHEN: ¡Pero soy tu esposo! Piensa en la deshonra; la gente y nuestros amigos, ¿qué dirán?
GEORGINA: La verdad, que eres un…¡tenorio!
STEPHEN (recomponiéndose): Una tragedia evitaré y liberaré el camino para ti. Permito que pases y que las cortinas cubran tu vergüenza y la mía y eviten la risa de la chusma.
GEORGINA (pasa a su lado sin mirarlo; antes de llegar a la puerta voltea lentamente): Todavía no creo que fueras capaz de dar la espalda al sol. (Sale. Telón)”.
En el libreto de Stronghold se lee lo siguiente:
STEPHEN: ¡Cosas dices! Tu salida no impediré ni lamentaré: saldré del camino de la puerta una vez más; dejarás de ser mi esposa y ya no cubrirán las cortinas nuestra farsa: ¡que se abra el telón y descubra la verdad: el hogar en pedazos!
GEORGINA: Por fin la luz has visto; aunque la mirada me venza, prefiero entristecerme a esconderme. (Pasa a su lado sin mirarlo; antes de llegar a la puerta voltea lentamente. Stephen no la mira. Sale. Telón)”.
La equivocación de los actores no fue notada por el auditorio, solamente por el autor de la obra quien se encontraba presente esa noche en la sala.

-¿No te supera tanta mediocridad? Insistió mil veces para ensayar el segundo acto ¡y se equivoca en el desenlace, en el clímax de la separación! No era psicosis cuando yo decía que se obstinaba en repetir estas escenas solo para apretujarse conmigo, si es un baboso, arrastrado de porquería. Si la cornuda se quiere rajar, ¡se la deja rajar, no se le frena el paso! ¿Qué pretendía, frenar el río con las manos? Digo, es una cuestión de ver como viene la cosa, la mina iba a reventar de tanto abuso. Cuando estaba con Carmen por poco los ve, ¡estaban en el sillón y ella en la cocina! Seguro a estela también la manoseó más de lo que debía. Y como la trataba, como una sirvienta, tampoco había que prestar tanta atención. ¡Las cosas que dijo! Lo de irse a la casa de la hermana tenía que ser la incógnita del tercer acto, si ya se sabe se caga la intriga porque claro, la va a ir a buscar como el arrastrado que es, no la encuentra y recién se da cuenta de lo que pierde y termina con toda la plata pero sin la pelotuda, encima me pone nerviosa cada vez que me mira, como carajo iba a darse cuenta de lo que estaba diciendo mirándome las tetas como estaba, fresco, pervertido, que ni talento tiene, consiguió el papel porque es el único hombre del grupo, ¿lo viste moviéndose por el escenario todo el puto tiempo para andar cerca de los apuntadores? No le basta con ser pésimo actor, tampoco se sabe el libreto y no es ni siquiera capaz de improvisar con un poco de sentido. Seguro también estaba borracho. Lo único a su favor es que es idéntico a Stephen: después de conseguir un buen curro se dedican a estorbarle el camino a los demás. Digo, ¿lo harán a propósito porque saben que nadie va a decirles nada o tendrán la estupidez tan metida en la cabeza que piensan que lo que hacen está bien? Arruinar una fortuna, una carrera, una vida, ¿es que no se dan cuenta? Es tan simple, hacen lo que hacen y después andan como loros pidiendo perdón, que no lo hago más, que no podemos quedar así, necesito aprender de mis errores, es diferente, cambié. Maldita generación de hombres criados por sus madres, cerebritos pasados por agua, alimentados a pura basura, ¿qué se puede esperar de ellos salvo que se den de frente contra lo que encuentren esperando no romperse la cabeza? Y cuando se la rompen somos los que los rodeamos los que tenemos o que consolarlos, o que pagar las consecuencias, o que sufrir por ellos. Un milagro, un milagro hace falta para que la gente no se de cuenta que la obra es de cuarta, es plata mal invertida en una entrada, yo no vendría a verla, además, ¿a quién se le ocurre un título así?
-…

Ojala no aparecieras cada vez que cierro los ojos. ¿No te piensas ir, no ves que quiero erradicarte? Georgina, espero que se vaya el vapor con tus pasos porque no voy a aceptar tu resplandor, ni siquiera donde aún están calculando las distancias al sol. Que me lleve el diablo si no puedo desvanecer la tibieza del amanecer polar primermundista, que cada sueño vuelve inmisericorde a golpearme mi cara con la tuya, a recordarme que de tus pasos queda solo el eco…
Espero, todavía cuento con la extinción de tu sombra en la ventana, de tu olor debajo de la lluvia de agosto mientras el pantano se hunde y yo respiro con él, y ya soy uno con el barro, y nunca terminarías de entenderme, aquí crecemos como musgo, criamos serpientes para divertir a los otros animales, tenemos sudor frío que nos corre por la espalda cada vez que la marea sube, también tenemos gente que nos dice que todo va a estar bien, tenemos por supuesto ídolos que caen como las hojas y como no vamos a tener perros que ladran cada vez que alguien extraño viene, comemos cosas con especias y aceite y bebemos licores buenos y el humo es eterno.
Sé que tenerte aquí es imposible, sombra que resuenas, si vieras lo que yo veo a diario te morirías del asco, tu, que transformas laberintos en senderos…tan limpia, tan hermosa en cualquiera de tus vestidos a la hora en que la tarde cae; bastó la visión del atardecer a la orilla de la colina para que tu alma se envenenara de soledad.
Quiero que las nubes te cubran como al sol y opaquen tu brillo glaciar y yo sé que puedo hacerlo, lo necesito como el río a la lluvia; aún recordando lo indecible de tu impúdica mirada entre sábanas que vuelve a la velocidad de la esperanza, que ni siquiera la morfina borra con su fuego implacable.
Se me fue el tiempo en afirmar que tu infierno es fantasía, solo me quedo con el olor de la pólvora quemada invadiendo el paladar, los tímpanos, las manos…me despido con el grito de la sangre que no quiero que oigas, fue suficiente que te hayas puesto como el sol y que escaparas con el viento de la noche y que me reunieras con la oscuridad del alma una nueva vez. Adiós.
Tu Stephen.

 Junio, 2006.

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