En silencio
lágrimas mojan pies.
Prólogo sereno,
puño sangrante después.
Trepó el minuto áureo
hasta la eternidad en la cruz,
fragancia de luz que acolchona,
terrena y etérea,
la muerte del venerado ingenuo.
Te conozco mejor que el artificio
y comparto en negro
tu caída en la tram(p)a
kafkiana y hedonista

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