lunes, 22 de enero de 2024

The Who

I can see for miles


A la altura de la cara

tan cerca como los ojos,

cerca

tanto que contemplamos

en primer, en segundo

y en los planos que se te ocurran

la semilla

que ató las raíces en el ramaje.

Apostamos con el mazo a la vista,

reconocimos con cuidado cada surco

cada señal, cada marca en el cemento.

Las gotas estallando en la ventana

fue lo primero que vimos

cuando emparedamos los párpados

entrevimos vistazos observamos

castigamos con la vigilia

los lomos de los libros

de papel, piedra o arena.

Pupílea presencia permaneció,

las pieles dinamitando

resguardando los espías encubiertos

que divisan la absoluta imperfección.

Sin que me veas,

veo hasta el reverso de tus arterias,

la inmensidad de los cimientos en el aire

la lujuria lastimada por el silencio

tierra firme orbitando la guerra.

Así diviso resguardo seguro

de las manos en vela

y sigo, no puedo detener

las monedas del teatro de los días

cayendo desde el infierno a la ciudad

incendiando la llanura,

comprando hasta las galas.

Intentamos olvidar el descaro de los espejos

y no pudimos, no se puede

borrar como por descuido

la médula del fuego

lo sagrado de la niebla

la risa de la ropa en el suelo

los consejos que llegan desde otra orilla

resonando, saturando de ojos los oídos.

En vivo en Leeds

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