miércoles, 1 de julio de 2020

"El pastor triste" - William Butler Years

Hubo un hombre a quien la Pena nombró su amigo,
y él, soñando con su alta camarada,
caminaba con pasos lentos por las resplandecientes
y rumorosas arenas por donde el viento agita el oleaje:
y alto le pedía a las estrellas que se inclinaran
desde sus pálidos tronos para confortarlo, pero ellas,
cómplices entre sí, siempre se reían y cantaban,
y entonces el hombre a quien la Pena nombró su amigo
gritaba al viento, ¡Mar Sombrío, escucha mi más penosa historia!
El mar siguió barriendo sobre la arena y gritó su antiguo y calmo grito,
vagando en sueños de colina en colina.
Él abandonó la persecución de su gloria
y, en el lejano y gentil descanso de un valle,
le contó toda su historia a las relucientes gotas del rocío.
Pero ellas nada escucharon, porque siempre están escuchando
el sonido de su propio goteo.
Entonces el hombre a quien la Pena nombró su amigo,
buscó de nuevo la costa y encontró una caracola,
y pensó: mi difícil historia he de contarle
con mis propias palabras, y ella, con su eco, enviará
su tristeza a través del hueco de su perlado corazón;
y mi propio cuento otra vez cantará para mí,
y mis propias susurrantes palabras serán mi alivio.
y ay... mi antigua carga ha de partir.
Entonces cantó suavemente cerca del perlado borde;
pero aquel triste y solitario habitante de los mares agitados
tornó su canto en un gemido inarticulado
entre su confuso tumulto, olvidándolo todo.

De "Crossways" (1889).



“The sad shepherd”

There was a man whom Sorrow named his friend,
and he, of his high comrade Sorrow dreaming,
went walking with slow steps along the gleaming
and humming sands, where windy surges wend:
and he called loudly to the stars to bend
from their pale thrones and comfort him, but they
among themselves laugh on and sing alway:
and then the man whom Sorrow named his friend
cried out, Dim sea, hear my most piteous story!
The sea swept on and cried her old cry still,
rolling along in dreams from hill to hill.
He fled the persecution of her glory
and, in a far-off, gentle valley stopping,
cried all his story to the dewdrops glistening.
But naught they heard, for they are always listening,
the dewdrops, for the sound of their own dropping.
And then the man whom Sorrow named his friend
sought once again the shore, and found a shell,
and thought, I will my heavy story tell
till my own words, re-echoing, shall send
their sadness through a hollow, pearly heart;
and my own tale again for me shall sing,
and my own whispering words be comforting,
and lo! my ancient burden may depart.
Then he sang softly nigh the pearly rim;
but the sad dweller by the sea-ways lone
changed all he sang to inarticulate moan
among her wildering whirls, forgetting him.

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