jueves, 21 de junio de 2018

"Fuegos" (fragmentos) - Marguerite Yourcenar (1974)

Espero que este libro no sea leído jamás.
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Existe entre nosotros algo mejor que un amor: una complicidad.
 *
Cuando estás ausente, tu figura se dilata hasta el punto de llenar el universo. Pasas al estado fluido, que es el de los fantasmas. Cuando estás presente, tu figura se condensa; alcanzas las concentraciones de los metales más pesados, del iridio, del mercurio. Muero de ese peso, cuando me cae en el corazón.
*
Soledad. . .yo no creo como ellos creen, no vivo como ellos viven, no amo como ellos aman...moriré como ellos mueren.
*
El alcohol desembriaga. Después de beber unos sorbitos de coñac, ya no pienso en ti.
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Nos acordamos de nuestros sueños, pero no recordamos nuestro dormir. Tan sólo dos veces penetré en esos fondos, surcados por las corrientes, en donde nuestros sueños no son más que restos de un naufragio de realidades sumergidas. El otro día, borracha de felicidad como uno se emborracha de aire al final de una larga carrera, me eché en la cama a la manera del nadador que se lanza de espaldas, con los brazos en cruz: caí en un mar azul. Adosada al abismo como una nadadora que hace el muerto, sostenida por la bolsa de oxígeno de mis pulmones llenos de aire, emergí de aquel mar griego como una isla recién nacida. Esta noche, borracha de dolor, me dejo caer en la cama con los gestos de una ahogada que se abandona: cedo al sueño como a la asfixia. Las corrientes de recuerdos persisten a través del embrutecimiento nocturno, me arrastran hacia una especie de lago Asfaltita. No hay manera de hundirse en este agua saturada de sales, amarga como la secreción de los pájaros. Floto como la momia en su asfalto, con la aprensión de un despertar que será, todo lo más, un sobrevivir. El flujo y reflujo del sueño me hacen dar vueltas, a pesar mío, en esta playa de batista. A cada momento, mis rodillas tropiezan con tu recuerdo. El frío me despierta, como si me hubiera acostado con un muerto.
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Podrías hundirte de un solo golpe en la nada, adonde van los muertos: yo me consolaría si me dejaras tus manos en herencia. Sólo tus manos subsistirían, separadas de ti, inexplicables como las de los dioses de mármol convertidos en polvo y cal de su propia tumba. Sobrevivirían a tus actos, a los miserables cuerpos que han acariciado. Entre las cosas y tú no harían ya de intermediarios: ellas mismas se transformarían en cosas. Inocentes de nuevo, pues tú ya no estarías para hacer de ellas tus cómplices, tristes como galgos sin dueño, desconcertadas como arcángeles a quienes ningún dios da ya órdenes, tus inútiles manos reposarían sobre las rodillas de las tinieblas. Tus manos abiertas, incapaces de dar o de recibir ninguna alegría, me habrían dejado caer como una muñeca rota. Beso, a la altura de la muñeca, esas manos indiferentes que tu voluntad no aparta ya de las mías; acaricio la arteria azul, la columna de sangre que, antaño, incesante como el chorro de una fuente, surgía del suelo de tu corazón. Con sollozos pequeños y satisfechos reposo la cabeza como una niña entre esas palmas llenas de estrellas, de cruces, de precipicios de lo que fue mi destino. No tengo miedo de los espectros. Sólo son terribles los vivos, porque poseen un cuerpo.
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No hay amores estériles. Y es inútil tomar precauciones. Cuando te dejo llevo dentro de mí el dolor, como una especie de hijo horrible.
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Se llega virgen a todos los acontecimientos de la vida. Tengo miedo de no saber cómo arreglármelas con mi dolor.
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Un dios que quiere que yo viva te ha ordenado que dejes de amarme. No soporto bien la felicidad. Falta de costumbre. En tus brazos, lo único que yo podía hacer era morir.
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Utilidad del amor. Los voluptuosos se las componen para realizar sin él la exploración del placer. No se sabe qué hacer con el deleite durante una serie de experiencias sobre la mezcla y combinación de los cuerpos. Después, se da uno cuenta de que aún quedan descubrimientos por hacer en tan oscuro hemisferio: Necesitábamos el amor para que nos enseñara el Dolor.
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Ardiendo con más fuegos... Animal cansado, un látigo de llamas me azota con fuerza las espaldas. He hallado el verdadero sentido de las metáforas de los poetas. Me despierto cada noche envuelta en el incendio de mi propia sangre.
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Nunca he conocido otra cosa que no fuera la adoración o el desenfreno... ¿Qué estoy diciendo? Nunca he conocido sino la adoración o la compasión.
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Los cristianos rezan ante la cruz y la besan. Les basta ese trozo de madera, aun cuando de él no cuelgue ningún Salvador. El respeto debido a los ajusticiados acaba por ennoblecer el inmundo aparato del suplicio: no basta con amar a las criaturas; hay que adorar asimismo su miseria, su envilecimiento, su desdicha.
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Se dice: loco de alegría. También podría decirse: cuerdo de dolor.
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Poseer es lo mismo que conocer: las Escrituras siempre tienen razón. El amor es brujo: sabe los secretos; es un zahorí: conoce los manantiales. La indiferencia es tuerta; el odio es ciego; ambas tropiezan una al lado de la otra y caen a la fosa del desprecio. La indiferencia ignora; el amor sabe; deletrea la carne. Hay que gozar de un ser para tener ocasión de contemplarlo desnudo. Ha sido preciso que yo te ame para llegar a comprender que la más mediocre o la peor de las personas humanas es digna de inspirar allá arriba el sacrificio de Dios.
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El amor es un castigo. Somos castigados por no haber podido quedarnos solos.
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Hay que amar mucho a una persona para arriesgarse a padecer. Tengo que amarte mucho para ser capaz de padecerte.
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Me es imposible no ver en mi amor una forma refinada del libertinaje, una estratagema para pasar el tiempo, para prescindir del Tiempo. El placer efectúa en pleno cielo un aterrizaje forzoso, envuelto en el ruido de motor loco de los últimos estremecimientos del corazón. La oración se eleva en vuelo planeado; el alma arrastra al cuerpo en la asunción del amor. Para que una asunción sea posible hace falta un Dios. Tú posees precisamente la belleza justa, la ceguera y las exigencias convenientes para ocupar el lugar de un Todopoderoso. He hecho de ti, a falta de algo mejor, la piedra angular de mi universo
Tus cabellos, tus manos, tu sonrisa recuerdan desde lejos a alguien que yo adoro. ¿Y a quién? A ti.
 *
Las dos de la madrugada. Las ratas roen en los cubos de basura los restos de un día muerto: la ciudad pertenece a los fantasmas, a los asesinos, a los sonámbulos. ¿Dónde estás tú, en qué cama, en qué sueño? Si tropezara contigo, pasarías sin verme, pues no somos percibidos por nuestros sueños. No tengo hambre: no consigo digerir mi vida esta noche. Estoy cansada: anduve toda la noche para escapar de tu recuerdo. No tengo sueño: ni siquiera siento apetito de la muerte. Sentada en un banco, embrutecida a pesar mío por la llegada de la mañana, dejo de recordar que trato de olvidarte. Cierro los ojos... Los ladrones sólo desean nuestras sortijas; los amantes, la carne; los predicadores, nuestras almas; los asesinos, la vida. Pueden quitarme la mía: los desafío a que cambien algo en ella. Echo hacia atrás la cabeza para sentir por encima de mí el murmullo de las hojas... Estoy en el bosque, en un campo... Es la hora en que el Tiempo se disfraza de barrendero y Dios tal vez de trapero. El, el avaro, el testarudo; él, que no consiente ver perderse una perla entre el montón de conchas de ostras a las puertas de las tabernas. Padre nuestro que estás en los cielos...¿Veré yo venir alguna vez a un hombre viejo, con un abrigo pardo, con los pies llenos de barro por haber atravesado Dios sabe qué río para reunirse conmigo? Se dejaría caer en el banco, apretando en su puño cerrado un valioso regalo que bastaría para cambiarlo todo. Separaría los dedos lentamente, uno tras otro, con prudencia, pues el regalo podría echarse a volar... ¿Qué llevaría en su mano? ¿Un pájaro, una semilla, un cuchillo, una llave para abrir la lata de conserva del corazón?
*
¿Ingenio? ¿En el dolor? Puede ser, pues hay sal en las lágrimas...
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¿Miedo de nada? Tengo miedo de ti.
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Dejar de ser amada es convertirse en invisible. Tú ya no te das cuenta de que poseo un cuerpo.
*
Entre la muerte y nosotros no hay, en ocasiones, sino la densidad de un único ser. Una vez desaparecido ese ser, ya no queda más que la muerte.
*
¡Qué insípido hubiera sido ser feliz!
*
No me mataré. Se olvidan tan pronto de los muertos...
*
No puede construirse una felicidad sino sobre unos cimientos de desesperación. Creo que voy a poder ponerme a construir.
*
Que no se acuse a nadie de mi vida.
 *
No se trata de un suicidio. Sólo se trata de batir un record.



lunes, 4 de junio de 2018

"Pornosonetos" - Ramón Paz (2003, 2005)

I
Hay días que la tetas me persiguen
a partir de noviembre sobre todo
las tetas me provocan a su modo
me buscan y me apuntan y me siguen
con el calor asoman se acrecientan
inundan sobresalen en su altura
con su poder plural y su bravura
las tetas en noviembre me atormentan
llenan todo de sed y van triunfantes
se posan en el aire y al mamífero
lo abisma tanto escote tan mortífero
le duele tanta vida por delante
yo me quiero morir arrinconado
por un gran par de tetas sepultado.

II
Todos esos guascazos de palabras
los polvos recortados de tus prosas
germinan en sonetos como rosas
como amores de niños y de cabras
como oscuros recortes de censores
guardados en el sexo de su armario
como amores de fofo funcionario
vestido con levita y suspensores
el semen escondido se eyacula
inevitablemente en algún lado
algunos lo liberan con su amado
otros dentro del ojo de la mula
yo espero que mi cuesta se repeche
llenando endecasílabos de leche.

III
A rolo la mujer lo sorprendió
pajeándose con gafas de 3D
sentadito mirando la tv
y a las tres menos cuarto lo dejó
yo no quiero vivir con un pajero
le dijo y se rajó y ahí quedó rolo
medio triste o alegre medio solo
continuando su asunto con esmero
por fin la casa toda para mí
sin el feminodonte dando vueltas
por fin mirar las guáchidas esbeltas
posando en el canal fashion tiví
mi amigo todo el día haciendo nada
pidiéndose una pizza una empanada.

IV
En medio del camino de la vida
el taxi me conduce hacia el infierno
recién salgo del cielo un cuerpo tierno
se abrió para mí solo y la avenida
parece que me lleva que me flota
y acelera virgilo gómez bruno
matrícula cien mil quinientos uno
y agosto al mediodía casi explota
que me lleve hasta el fin de las ciudades
que me guíe hasta el borde de mi suerte
que me lleve hasta el fondo de la muerte
que me enseñe la sombra y las verdades
estoy en el placer anonadado
ya ni el diablo me quita lo garchado.

V
Qué lindo te quedaba ese vestido
a flores que llenaron el espacio
de la noche de marzo y todo el lacio
perfume de tu pelo y el sonido
del cierre del costado cuando apenas
lo fui bajando un poco y me frenaste
y fui bajando en besos respiraste
porque te abrí y abriste esas morenas
rodillas y tus muslos toda suave
y te aparté la tanga y tu sonrisa
secreta depilada monalisa
se abrió como el cerrojo con la llave
se abrió toda tu luz y ese vestido
voló por la penumbra florecido.

VI
borracho en peatonal todo a los gritos
zafándose del cana yo no robo
salgo a juntar cartón yo no soy lobo
soy cordero no soy de esos putitos
que porque ganan plata se creen mucho
y te quieren pisar y acobardarte
yo no salgo con fierros a matarte
yo tengo dignidad yo no soy trucho
y andaba así a los saltos predicaba
con los brazos al cielo mucha fuerza
juntando la revolución dispersa
se viene el fin del mundo amenazaba
todos blandos curiosos y él ahí fijo
aguante jesucristo putos dijo.

viernes, 1 de junio de 2018

"Salvo el crepúsculo" (selección) - Julio Cortázar (1984)

After such pleasures

Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas
ni esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

Si he de vivir
       
Si he de vivir sin ti, que sea duro y cruento,
la sopa fría, los zapatos rotos, o que en mitad de la opulencia
se alce la rama seca de la tos, ladrándome
tu nombre deformado, las vocales de espuma, y en los dedos
se me peguen las sábanas, y nada me dé paz.
No aprenderé por eso a quererte mejor,
pero desalojado de la felicidad
sabré cuánta me dabas con solamente a veces estar cerca.
Esto creo entenderlo, pero me engaño:
hará falta la escarcha del dintel
para que el guarecido en el portal comprenda
la luz del comedor, los manteles de leche, y el aroma
del pan que pasa su morena mano por la hendija.

Tan lejos ya de ti
como un ojo del otro,
de esta asumida adversidad
nacerá la mirada que por fin te merezca.

Encargo

No me des tregua, no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre, que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,       
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil, no seas caricia ni guante;
tállame como un sílex, desespérame.
Guarda tu amor humano, tu sonrisa, tu pelo. Dálos.       
Ven a mí con tu cólera seca de fósforos y escamas.
Grita. Vomítame arena en la boca, rómpeme las fauces.       
No me importa ignorarte en pleno día,
saber que juegas cara al sol y al hombre.       
Compártelo.

Yo te pido la cruel ceremonia del tajo,
lo que nadie te pide: las espinas       
hasta el hueso. Arráncame esta cara infame,
oblígame a gritar al fin mi verdadero nombre.

Soneto gótico

Esta vernácula excepción nocturna,
este arquetipo de candente frío,
quién sino tú merece el desafío
que urde una dentadura taciturna.

Semen luna y posesión vulturna
el moho de tu aliento, escalofrío
cuando abra tu garganta el cortafrío
de una sed que te vuelve vino y urna,

Todo sucede en un silencio ucrónico,
ceremonia de araña y de falena
danzando su inmovilidad sin mácula,

su recurrente espacio catatónico
en un horror final de luna llena.
Siempre serás Ligeia. Yo soy Drácula.

Enter el recitante

 Un río que en sí mismo desemboca
 la noche circular.
 Un terciopelo de palabras
 para decir ese danzar curvado
                                                  voces
                                                  pestañas
                                                  muslos
las amigas
la noche
                         
                          sus juegos   su concilio
                          el tabaco     el coñac

Esto aquí, el exorcismo

Esto, tierna traición.

*

La noche circular,
un río que en sí mismo desemboca.

Aquí los juegos,
simulacro y liturgia,
 todo siendo y no siendo.

Topología: aquí. 
Cronología: ahora.
Tipología: esta manera
               de mirarlas.

             Sus juegos sus muñecas sus anillos
             sus besos sus poliédricos cristales
             sus dientes sus espaldas sus olores
             su inanidad y sus letales voces

                            Buenos Aires   París
                            Barcelona       La Habana